La jefa de Estado señaló la necesidad de “comenzar a hablar y pensar con sintonía fina todos los temas”. Y entre ellos mencionó también los salarios, los subsidios y las utilidades de las empresas
La presidenta Cristina Kirchner avanzó otro paso en su intención de hacer «sintonía fina» con el modelo económico vigente, al admitir por primera vez en público que «llegó la hora» de abordar temas pendientes de resolución, entre los que mencionó a «la inflación».
«Hay que comenzar a hablar y pensar con sintonía fina todos los temas. Yo estoy dispuesta y mi equipo también lo está», señaló la jefa de Estado al disertar en la 17ª Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina, en el lujoso Hotel Hilton de Puerto Madero.
La mandataria incluyó, entre los temas que el Gobierno está dispuesto a abordar, la problemática de los «salarios, los subsidios y las utilidades privadas», además de la inflación, a la que se refirió en público por primera vez.
En su intervención ante los industriales, la Presidenta trazó los principales parámetros que tendrá su nuevo mandato, que asumirá el 10 de diciembre, y marcó su posición frente a los reclamos sindicales y también ante los pedidos de los hombres de negocios.
Crecimiento con inclusión
Cristina Kirchner dijo que el objetivo es que «no se frene el proceso de crecimiento con inclusión social», para lo cual el Gobierno comenzará a estudiar la competitividad de cada uno de los sectores.
En un largo discurso de casi una hora, la Presidenta les pidió a los empresarios que sean «coherentes» y que no pidan que se devalúe el peso porque después salen a remarcar que la inflación es un flagelo que afecta a la propia actividad económica.
«Que no me vengan a hablar de inflación si antes piden tocar el dólar: no se puede la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos. Hay que tener un adecuado ´timming´ de cómo se manejan las variables», sentenció la mandataria.
Cristina remarcó que «el modelo es de crecimiento, no de metas de inflación, porque ese esquema es del Consenso de Washington y llevó a la destrucción de la economía y del empleo» de la Argentina y otros países.
Aseguró que su Gobierno cuenta con una política previsible en materia cambiaria y resaltó que los dólares de la Argentina «son comerciales, son reales», gracias al superávit que, por ejemplo, ya alcanzó los 9.373 millones cuando aún faltan dos meses para terminar el año.
Asimismo, la mandataria apuntó contra las grandes empresas y les pidió que reinviertan en la Argentina las ganancias extraordinarias, que se ubican por encima del estándar internacional.
«Vamos a tener que medir si la utilidad está más o menos en un estándar internacional. Lo cierto es que las (ganancias) locales están por encima. No me molesta, en tanto y en cuanto no provoquen problemas como un mayor endeudamiento de la economía pública», aclaró.
Precisó que su administración cruzó información sobre los préstamos que el Banco de la Nación les otorgó a algunas grandes empresas y los dólares que esas firmas compraron, y resultó que las firmas fugaron divisas por igual o mayor monto que el crédito solicitado.
Cambio de actitud
Por ello, convocó a los empresarios a realizar el mismo cambio de actitud que ellos piden a los sindicalistas más aguerridos y a fortalecer la idea de sostener el modelo económico con un acuerdo tripartito entre los hombres de negocios, los trabajadores y el Estado.
La primera mandataria también señaló que para mantener la competitividad del sector privado el Estado se comprometió a sostener los subsidios en aquellos ámbitos donde sea estrictamente necesario, porque el objetivo del segundo Gobierno será «ampliar la capacidad productiva».
«El mercado interno y el acercamiento comercial con los países de la región es lo que nos va a permitir conformar un potente bloque comercial intra Mercosur, porque es allí donde encontraremos la salida y el equilibrio», afirmó.