HASTA CUANDO!

 

ciceronSe decía escribir al correr de la pluma cuando se escribía espontáneamente y a medida que surgían las palabras. Eso hago por pensar en los momentos que estamos viviendo los argentinos y recuerdo al tercer Marco Tulio Cicerón (su padre y su abuelo se llamaban igual), nacido en 103 a.C. quien, cansado de las maquinaciones que tramaba un ambicioso diputado para acceder al Poder, escribió en Latín, su maravillosa lengua natal, fuente del 62% del bellísimo idioma castellano que nos dio la Madre Patria entre tantas otras riquezas, cuatro famosas oraciones integrantes de un discurso conocido como “Las Catilinarias” en las que comenzaba diciendo ¿â€œhasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia¨?. Orador, brillante polí­tico y escritor romano, en 63 a.C. fue elegido cónsul. En ese tiempo descubrió y desbarató con previsión, energía y su mas que brillante elocuencia, la conspiración de Catilina,.

            Lucio Sergio Catilina fue un ambicioso y demagogo polí­tico romano, cuya obsesión era adueñarse de la República, para lo cual desde el año 68 hasta el 62 a.C. acudió a cualquier artilugio incluso a la traición. Sus maquinaciones fracasaron por la intervención antes aludida de Cicerón y murió luchando contra las fuerzas del mismo Estado cuyo deber era defenderlo para el bien de los civitas (ciudadanos romanos).

            Esa historia, común en muchos lugares, su acontecer entre nosotros tuvo una diferencia y es que tiempo ha, un catilina triunfó y tomó el poder y además fundó una “escuela”. Así durante los cien primeros años de vida independiente tuvimos buenos gobiernos (Cicerones) y el País creció exponencialmente; pero después y mirando a través del cristal de los resultados, empezó su caída; se sucedieron los catilinas buscando colmar sus apetencias y  postergando los requerimientos populares.  

            En aquéllos primeros años, la Argentina que  hoy no es tenida en cuenta en el concierto internacional, estuvo entre las ocho o diez grandes potencias del mundo. Allá por 1920 competía con E.E.U.U.

Errar es de humanos, pero culpar a otros de los errores propios es de argentinos. No nos engañemos mas. No hay mas culpables que nosotros, por ser electores de no idóneos para administrar la República. A veces decidimos por el voto expreso, otras por tácito consentimiento, pero la realidad es que hemos designado a incapaces civiles y militares para manejar la cosa pública. Creímos posible llegar a la felicidad prometida por los demagogos sin antes recorrer la senda del trabajo, del estudio y del esfuerzo.

En su muy buena homilía en la misa de la hora diecisiete y treinta el pasado domingo, el sacerdote señaló con acierto que para mejorar la sociedad es menester previamente cambiar al hombre y el único camino para ésto era la oración. Sin dudas es así­, pero me permito agregar que para que esas oraciones sean sinceras (sino dejarían de ser tales) es necesario que, en uso de la libertad que Dios nos dio, además de rezar, hagamos lo que debemos hacer como ciudadanos (con el mazo dando…como dice el viejo refrán).

            Los males, dícese, duran menos de cien años; ya llevamos sufriéndolos alrededor de ochenta. No aspiremos en esta materia a batir un récord aguardando que otros solucionen nuestros problemas (quizá ni el mismo Dios quiera hacerlo en contra de nuestra voluntad). La prioridad debe ser llegar al 2016 (200 años de independencia) con el País encaminado por la buena senda. Es imperioso empezar ya a corregir conductas y para no volver a caer en viejos vicios hemos de tener muy presente que los pueblos se ponen a salvo de la plaga demagógica sólo cuando alcanzan un nivel educativo que ingenie su voto. Aprendamos a elegir.      

            Nos urge designar, como exige la Constitución, personas “idóneas” en cada cargo por poco relevante que parezca. Recordar que un verdadero estadista es quien ama a su pueblo y con visión de futuro sabe que debe educarlo “en las cosas” tal como, citando a Rousseau, decía Alberdi,.

            Los malos polí­ticos partidistas (nuestros catilinas) suelen decir, ciertamente después de haber obtenido el cargo gracias a la “lista sábana”, que “el pueblo nunca se equivoca”, o “si éste no es el pueblo, el pueblo donde está” o “el pueblo es el que nos votó”, etc. Sin embargo, ese pueblo se ha equivocado muchas veces (los resultados lo confirman); las minorías grandes o menores no son el pueblo y jamás hombre alguno fue votado por él en su totalidad.

Contraponiéndose a esas afirmaciones, nuestros cicerones, sabios, veraces y patriotas probos, aconsejaron al pueblo que sepa votar (Saenz Peña); expresión sinónima a la de Sarmiento que dijo hay que educar al soberano. Nosotros no creemos que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, como también se sostiene. Estamos mas cerca de pensar que tienen los gobiernos que pueden alcanzar conforme a su cultura. 

Un conocido politicólogo, al cabo de una conferencia en la que sostuvo que el drama nacional consistía en que los argentinos no sabemos votar, fue preguntado por un asistente si él era capaz de indicar a quién debía elegirse. No, respondió el disertante, pero con mucho gusto puedo indicarle a quienes no debe Ud. votarles si ama el país y acto seguido objetivamente, enumeró casos, alguno de los cuales recuerdo.

Recitó de inmediato el Art. 1º de la Constitución y seguidamente aclaró: jamás voten a nadie que no sostenga con vehemencia el régimen representativo, republicano y federal de gobierno, porque si falla la representatividad, el pueblo queda abandonado a su suerte por olvidar sus mandatarios las promesas, al dí­a siguiente de las eleccionesLos candidatos votados se dedicarán a forjar su propio futuro polí­tico prescindiendo de la conveniencia cívica. Es que votar no debe ser un acto aislado, único. El verdadero ciudadano debe votar todos los días por medio de sus representantes. No voten a quien no prometa hacer funcionar con independencia y yuxtaposición los tres poderes del Estado (en sus tres niveles) porque si eso ocurre, es que el País ha caído en manos de un dictador. Voten solamente a quien defienda el federalismo, porque si el dictador violó la Constitución hizo lo propio con los pactos preexistentes por los cuales los Padres de la Patria pudieron fundarla.

Toda elección requiere libertad; si falta, hay imposición. Pero el titular de esa libertad, debe tener discernimiento para acertar.

El discernimiento (del latín discernere), es definido como la facultad de distinguir una cosa de otra señalando las diferencias que hay entre ellas. Va de suyo que para acceder a él, dentro del tema que nos ocupa, se hace necesario no solamente que los polí­ticos partidarios sean cultos sino que sepan elaborar propuestas que mejoren la vida de los ciudadanos y que sean capaces de instruir claramente sobre los caminos a seguir para llegar a las metas prometidas.

El elector no debe ser víctima de violencia. Va de suyo que no se trata de la fuerza física que pueda conducirlo a hacer lo que no desea. La referencia es a la violencia moral que, v.gr., bajo la promesa de un premio o la amenaza de una sanción, obligue a elegir a quien no se desee.

Finalmente debemos defendernos del fraude, que bajo las diferentes fases usadas por algunos polí­ticos,  hacen errar y votar a dañinos populistas.

Si bien es obligación cívica pagar los impuestos, no es menor el deber del estadista de establecerlos en el mas bajo nivel posible. El imperio mas grande que conociera la humanidad, Roma, cayó porque para solventar el enorme gasto estatal (burocracia) aumentó injustamente los gravámenes; así­ retrocedió nuestro País y lo seguirá haciendo si quienes elegimos prometen mejoras en base a aumentarlos. El hombre es el centro de la creación y por tanto el Estado debe estar a su servicio y no éste al de aquél. Solamente deben ser pagados los impuestos justos, según la Doctrina Tomista.

            En fin, no debe votarse a quien aún antes de lanzarse como candidato no jure respetar la Constitución en su integridad, especialmente en lo referente a los derechos a la vida, a la propiedad, a las distintas libertades, y que presente un bien estudiado plan de educación. La educación en nuestro país no incluye ni valores ni principios. Uno puede salir con un diez en matemática y también con un diez en corrupción (Neustadt “Escribir sobre el agua”). Los demagogos suelen hacer lo posible por disminuir la cultura popular porque mientras menos entienda la gente, mas fácil será engañarla.

            Reiteradamente se ha nombrado al pueblo sin decir qué es. Importa aclarar algo sobre el punto porque mediante el mal uso o abuso de la palabra también es posible descubrir en los discursos polí­ticos a los demagogos.

Dejando de lado las acepciones geográficas y también la distinción sociológica entre él y masa, hay tres impropios sentidos del término, que son generalmente usados por los populistas con ánimo de confundir y perturbar.

Pueblo no es una “mayoría de un todo”; no es el “sector mas humilde” de la población ni tampoco “un público” determinado.

De ser lo primero, la mitad menos uno no sería pueblo, pero además es necesario tener presente que quien gobierna suele no contar ni siquiera con el voto de la mitad. Y es tan así­ que se ha llegado a definir a la democracia como el gobierno de las minorías. Tampoco es el sector mas humilde; de serlo, quedaría excluido el menos humilde. Además, ¿cuál sería la línea divisoria?. Finalmente, sería necesario explicar porqué una multitud en un estadio viendo un espectáculo artístico es un público y a esa misma gente, en el mismo lugar en un acto polí­tico los oradores lo convierten en pueblo. Preguntémonos también si los que no asistieron a ese acto no son pueblo o si por asistir a otros actos son otros pueblos. No deben ser votados quienes queriendo ganarse la buena voluntad de ciertos sectores, mienten asegurando defender “al pueblo”.  

            Es enorme la cantidad de cosas que nos ocultan aquéllos que aspiran a ser votados por alguna parte de la población cívica. Sin dudas no es éste un espacio adecuado ni suficiente para extendernos, pero propongámonos no votar a cualquiera como tantas veces lo hicimos y mucho menos sin conocer bien qué es república, federalismo (dos cosas, entre otras, hoy inexistentes aunque consagradas por nuestra Ley Fundacional). Antes de elegir, sepamos cuáles son los derechos del hombre como tal y como ciudadano; qué es presupuesto; qué son trabajadores; cuáles  son los deberes de los funcionarios; qué es justicia, salud, educación, déficit, etc. Como Cicerón, digámosle a los catilinas que nos piden el voto y se resisten a enseñarnos a distinguir lo bueno de lo que no lo es, HASTA CUANDO ABUSARÄN DE NUESTRA PACIENCIA!!!

 

 

                                                           Cálamus Currentis

 

Un comentario sobre “HASTA CUANDO!

  1. Hoy fuí a votar y tuve que elegir entre opciones que, sospecho, no respetarán el sistema representativo, republicano y federal. Tampoco el articulo 29 de la C.N.
    No importa quién gane, la política es la misma, primer paso agrandar el estado, segundo subir los impuestos para bancar lo anterior, tercero negociar con los diferentes gremios para que nadie se queje, pero que a nadie le mejore la calidad de vida ni mejoren los servicios.
    Voté por cumplir con mi deber, pero sin esperanza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *