No hay que alarmarse con las altas temperaturas, pero sí realizar controles. No interrumpir la medicación que se esté tomando. Es fundamental una buena hidratación.
Cada año, cuando se acercan los meses de verano, la temperatura incrementa el riesgo de padecer golpes de calor, deshidratación, y también cambios abruptos en la presión arterial. Así, en los jóvenes el nivel habitual suele descender, y en los adultos -sobre todo los mayores-, aumentar.
«Al exponernos a la alta temperatura, todos podemos sufrir deshidratación, y consecuentemente, alteraciones en el nivel de presión arterial. Por eso los médicos tratamos siempre de hacer hincapié en lo importante que es mantenerse siempre hidratado, y en caso que existan antecedentes, prestar mucha atención a la reposición del sodio y el potasio que perdemos al transpirar, por medio de la orina y al respirar», dice el doctor Jorge Tartaglione, médico cardiólogo, jefe del servicio de Prevención y Calidad de Vida del Hospital Churruca.
Más allá de esto, puede ocurrir que al cambiar la temperatura de un día para el otro se registren cambios en el nivel de presión. En principio no hay que alarmarse. Simplemente ocuparse de realizar los controles necesarios -sobre todo las personas mayores que tienen antecedentes-, y en los más jóvenes prestar especial atención a la hidratación, más aún cuando se realizan actividades deportivas o se trabaja todo el día en la calle.
«Durante el verano, y en presencia del calor, hay que estar al día con la medicación y el control por parte del especialista, estar al tanto de las cifras, y reponer más líquido de lo habitual», agrega Tartaglione.
Por su parte, el doctor Alberto Alves de Lima, director de docencia del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) agrega: «Hacia fin de año mucha gente se siente mal o advierte anormalidades y por no molestar a la familia, no perder tiempo o simplemente por atribuir estos cambios al cansancio o al estrés, no consulta. Tenemos que prestarle atención al cuerpo y sus síntomas; y en caso de advertir algo, no dejar pasar las horas para realizar una consulta. La prevención y el actuar a tiempo son la clave».
Los riesgos de la hipertensión
La presión arterial elevada se relaciona especialmente con:
* Aterosclerosis. Es un proceso por el cual las arterias se endurecen y forman placa. Esto dificulta el paso de la sangre y puede generar el desarrollo de una afección cardíaca crónica o aguda.
* Cambios en la visión. La hipertensión puede afectar los ojos (el cuadro se denomina retinopatía hipertensiva) y generar roturas en las pequeñas arterias que los conforman.
* Insuficiencia renal. Las crisis hipertensivas pueden producir edemas pulmonares por la rotura de los capilares, con el consecuente ingreso de líquido en los pulmones.
La hipotensión
Un día de calor puede facilitar el descenso brusco de la tensión arterial, cuadro conocido como hipotensión. Este genera algunos síntomas muy específicos y fáciles de identificar:
* Decaimiento
* Pesadez
* Vértigo, mareos y náuseas
* Sensación de agotamiento y atontamiento
* Dificultad para respirar
* Palpitaciones
* Rigidez en la zona de la nuca
Si se presentan todos o algunos de estos signos y la situación se prolonga durante algunas horas, es posible que la persona llegue al desmayo.
Los SI
* Controle su presión arterial en forma periódica. * Tome abundante cantidad de líquido: agua, jugos, gelatinas. * Ofrezca agua fresca a los chicos y a los mayores a intervalos de una hora y media aproximadamente. * Coma frutas, verduras y preparaciones livianas, beba caldos ligeramente salados. * Use anteojos y ropa liviana y clara. * Prefiera los sitios frescos y a la sombra, con buena ventilación. * Antes y después de hacer deporte o gimnasia, beba medio litro extra de líquido. * Evite las bebidas alcóholicas y en lo posible también las gaseosas. * No coma en exceso ni comidas con mucha grasa. * No use ropa ajustada ni telas que retengan el calor. * No haga esfuerzos físicos ni gimnasia o deportes en horarios en que aprieta el sol. |