Experiencias productivas…

Control de viruelas temprana y tardí­a en maní

 Ubicada en el sur de Córdoba, la Estancia San Antonio Los Trece se dedica al cultivo de maní desde la década del 70. Afirman que es un cultivo difícil porque demanda un sinnúmero de atenciones, y que parte del secreto del negocio consiste en aprender a manejar las enfermedades. Después de muchas pruebas, la estrategia que eligen es aplicar fungicidas de modo preventivo. En la campaña pasada el uso del fungicida Amístar Top, de Syngenta, les proporcionó resultados muy claros: los lotes tratados rindieron un 30% más que los testigos sin tratar.

Río Cuarto, octubre de 2010. El Ing. José Luis Constantino está  a cargo de la producción en la Estancia San Antonio Los Trece. Su zona de siembra se extiende desde el noreste de la localidad de Reducción hasta Bengolea, entre las rutas 8 y 11, en el sur de Córdoba. Este establecimiento produce maní desde los años 70. Empezaron con pocas hectáreas y en esta última década han sembrado de manera extensiva.

El sur de Córdoba es la zona manicera argentina por excelencia. La fecha de siembra del maní varía mucho según la humedad del suelo y la temperatura; por lo general lo óptimo es sembrar del 15 de octubre al 15 de noviembre, y cosechar entre abril y mayo.  De todos modos el Ing. Constantino señala que ellos permanentemente están probando nuevas estrategias, y desde hace dos campañas realizan ensayos para comprobar la tolerancia de la semilla al frío del suelo. La idea es tratar de adelantar la siembra y ganar tiempo, ya que el maní es un cultivo con un ciclo considerablemente largo. 

La clave es controlar enfermedades:

“El maní es un cultivo que se hace extensivamente, pero que en realidad se debería cultivar como intensivo por el sinnúmero de atenciones que requiere. Por eso es fundamental el control de las enfermedades ya que un descuido o una mala decisión pueden generar pérdidas cuantiosas”, señala Constantino. “Es un cultivo muy propenso a varias enfermedades causadas por patógenos del suelo difíciles de controlar. Pueden aparecer: Pythium spp., Penicillium spp., Fusarium spp., Rhizoctonia spp., y Aspergillus spp.  Por eso el uso de curasemillas es fundamental. Además la incidencia de estas enfermedades crece en campos donde no se hacen las rotaciones adecuadas y el manejo del cultivo se complica de entrada”. Sólo con un buen fungicida curasemillas logramos proteger la germinación y el desarrollo inicial del cultivo para alcanzar un buen stand de plantas”, afirma.

Estrategia para viruelas:

Las enfermedades foliares más comunes en la zona son la viruela temprana (Cercospora arachidicola)  y viruela tardí­a (Cercosporidium personatum), que condicionan la producción. Estas enfermedades pueden generar pérdidas de entre el 15 y el 70% si no se las maneja adecuadamente. 

“Todo productor manicero sabe que las viruelas constituyen el centro de atención del monitoreo”, agrega Constantino. “En Estancia San Antonio Los Trece buscamos aplicar fungicidas de última generación, como las estrobirulinas en combinación con triazoles.  Usamos mucho el producto Amístar Top, de Syngenta, que combina estos principios activos. La primera  aplicación se hace siempre de modo preventivo, tratamos de anticiparnos a la enfermedad cuando vemos que las condiciones climáticas son favorables para su desarrollo. Amístar Top nos da un tiempo bastante extenso de protección que hemos testeado en los 27 días por lo general, dependiendo de las condiciones de humedad y temperatura. Pero siempre buscamos la mayor residualidad porque el tiempo de protección es la clave”, sostiene.

“En la campaña pasada obtuvimos un 30% de diferencia de rendimiento entre los lotes tratados con Amístar Top y los testigos sin tratar”, afirma Constantino.» Los rindes promedio del maní en esta zona están en torno a las 3,5 toneladas de maní en caja por hectárea. En años con mejores lluvias y con buen manejo de la viruela se pueden obtener 4,5 toneladas por hectárea. En estos rindes, una diferencia del 30% es mucho”, concluye. 

Acerca de Syngenta

 

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