Reivindicación del tiempo de Ñaupa.

Por AliciaMigliore (*)

Tiempos raros, éstos. Tiempos de boca floja y agravio innecesario. Tiempos de crítica permanente a la política y a los partidos políticos, cuando ambos son los primeros desterrados en tiranías y dictaduras.

Tiempos raros, en los que se presenta al Estado como una empresa que rinde más o menos dividendos.

Hubo otros tiempos. ¿Los de Ñaupa? En ellos considerábamos el Estado un garante de equidad y justicia.

De aquellos tiempos pretendo hacer memoria, aunque no parezca atractivo.A la cabeza de los agravios marcha el radicalismo. Seguramente habremos hecho méritos para ello. Mi interrogante es si los agravios hablan de nosotros, en tanto radicales, o de quienes, movidos por distintas emociones, los profieren.El poder disciplina, fascina, seduce y genera modas, adhesión, fanatismo y -en algún caso- ceguera. Sobran los ejemplos de la historia.

Podría recordar a Raúl Alfonsín, despojado de ambición personal, quien eligió entrar a la historia por la puerta grande, impulsando la salida de la triste noche de la dictadura con un juicio a la violencia único en el mundo, pretendiendo pacificar una sociedad enlutada con la esperanza institucional que sólo la justicia puede proveer.Lo cuestionaron. Se atrevieron a cuestionarlo aun aquellos de los países que nunca lograron -ni intentaron- justicia para sus propios procesos desgraciados.La polémica interesada no hace sino agrandar su figura y su coraje civil. El respeto que dispensó a las personas, cualquiera fuera su condición, y a las instituciones, hacen innecesarias otras consideraciones.Sería interminable señalar los logros más obvios de su gobierno, acechados por intereses sectoriales que siempre gozan de buena salud.Pero pretendo volver la mirada a esta provincia tan querida y tan especial.

En aquellos tiempos de “Ñaupa”, fue nuestro gobernador el Dr. Eduardo César Angeloz. Fijando la vista también en los derechos humanos, que se mencionan, acaparan y vapulean, recuerdo los grupos vulnerables. Los niños, los ancianos, las personas con discapacidad, las mujeres, cuya defensa activa exige la Constitución Nacional.Angeloz fue un político paradigmático. Respiraba política. Defendía el rol de los partidos políticos en cualquier foro en que tuviera que intervenir.Tuvo un diagnóstico acertado cuando asumió el gobierno en 1983. Las escuelas perdían niños por deserción, por desgranamiento. Las estadísticas eran pésimas y se culpaba a los docentes, considerándolos responsables por su ineficacia. Convencido de la imposibilidad de aprender si las necesidades básicas no están satisfechas, creó el Plan de Asistencia Integral de Córdoba, que todos conocimos como Paicor.

Tuvo resistencia de toda índole y siguió adelante. Se emocionó hasta el último día recordando a las “gordas del Paicor”, como llamaba a las cocineras que ponían sabor al encuentro de los niños en las escuelas. Las pancitas alimentadas permitieron el aprendizaje, la matrícula estalló y los problemas emergieron. La pobreza, las enfermedades, el desamparo (incomparables con la situación actual) hicieron surgir el Paicor Plus o Integral. Revisiones médicas, operaciones, órtesis, prótesis, útiles e indumentaria escolares llegaron para lograr esa equidad que el Estado debe garantizar. Los niños recibían de ese modo una política de Estado tan trascendente que subsiste (aunque recortada) 40 años después.

Schiaretti valoró esta política y reconoció a Angeloz en un acto en Casa de Gobierno en que homenajeó al Gobernador del Paicor.¿Los ancianos? También recibieron especial consideración de Angeloz. Impulsó el Paicor Tercera Edad, creando hogares de día en toda la provincia para que el paso de los años no arrojara a la soledad y al aislamiento a las personas mayores. Actividades sociales y educativas que nutrieran el cuerpo y el espíritu, ésas eran su objetivo. Párrafo especial merece la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de la Provincia de Córdoba. Cuando la orden del Gobierno nacional fue transferir, reducir, defraudar, Angeloz se empeñó en la defensa del 82% que correspondía a los jubilados y no aceptó transferir la caja a la Nación (como sucedió en otras provincias) En ese auténtico combate, hubo una frase que resumió su enojo y que alguno tal vez recuerde: “¿Cómo van a decirme qué hacer, si no saben dónde queda Chuña Huasi?”.Ese enfrentamiento fue el principio del fin. Las fuerzas no eran equiparables. Trataron de postrarlo y lo obligaron a dejar el gobierno antes de concluir su tercer mandato. Lo hizo con hidalguía; antes había ganado quien continuaría con el mismo signo político.

Es difícil hacer síntesis. Las personas con discapacidad asistieron a la creación de la Dirección Provincial de Discapacidad como fuente generadora de políticas especiales y específicas. La creación de la Dirección de Apoyo Escolar Interdisciplinario (DAEI), en el ámbito del Ministerio de Educación para detección temprana de la problemática de aprendizaje, violencia familiar, adicciones, constituyendo una herramienta para los docentes y para prevenir la violencia en cualquiera de sus formas.Las mujeres vieron, admiradas, que también estaban en la consideración del Gobernador, cuando dispuso crear el fuero de Familia (primero en el país), para que los casos de conflictos familiares salieran de la órbita de juicios comunes y fueran tratados como una cuestión específica, con recursos humanos, materiales, técnicos adecuados. Fue innovador, también, al crear el Centro de Asistencia a las Víctimas de Delitos, cuando pocos lo consideraban una necesidad o un derecho. A ambos les tocó lidiar en un tiempo de desafíos. No esquivaron el reto. Lo afrontaron. Con aciertos y errores; eran humanos. Personalmente, considero que los aciertos superaron, con exceso, a los errores. Alfonsín y Angeloz marcaron una época de construcción social basada en los más profundos principios humanistas que sustentan el radicalismo.

No soy politóloga ni analista política, sólo una testigo de la época, simple militante radical, democrática. Es también justo decir que los primeros y más encarnizados detractores fueron los propios correligionarios, con honrosas excepciones, convencidos de la necesidad de destruir para sobresalir. Antes se dijo que el poder disciplina. También embelesa y empodera a otros, que construyen vallas para que su palabra embriague y potencie al líder. Muchos de ellos alentaron a Angeloz a cometer el error de su tercer mandato. El voto lo respaldó, pero el desgaste fue inevitable. Quienes parecían sus más incondicionales seguidores, rápidamente corrieron a refugiarse al calor del poder vigente. Ingratitudes y deslealtades frecuentes y cotidianas que se advierten aún en los más pequeños círculos.

Triste. La historia la construimos todos. Quien necesita agraviar y defenestrar a otro para concitar adhesión es pequeño. Muy pequeño. El tiempo sirve para revisar y ponderar. A veces hay gente pionera que anticipa los tiempos. Creo que Alfonsín y Angeloz se anticiparon a su época. El tiempo lo dirá.

(*) Abogada. Ensayista. Autora del libro Ser mujer en política