Con el sello del Chiche

Los orígenes de Pigliacampo Automotores hay que rastrearlos más de sesenta años atrás. Con Don Juan Pigliacampo siempre ligado a los fierros y la entrada en escena de su hijo Emilio “chiche” Pigliacampo formando una sociedad tripartita denominada ANSAPI AUTOMOTORES, que funcinó en sus primeros en años en calle Sarmiento  donde hoy funciona un gimnasio.

Corrían los años setenta y las protagonistas del mercado eran, las camionetas  Silverado, C10, la F100, LA Ranchero. La Fargo, la Gladiator, la Estanciera, el Jeep, el 404, el 3CV Furgon. Opel K 180, Chevrolet 400, la Chevy, Ford Falcon, Farlaine, Taunus, Dodge 1500, Valiant y todos formaban parte del abanico de posibilidades de ANSAPI AUTOMOTORES.

Llegaría la compra del nuevo local en la intersección de las calles H. Yrigoyen y ….convirtiéndose en todo un símbolo del comercio automotor y conformando un polo de desarrollo del sector con notable crecimiento de marcas y competidores, representando para la firma el estímulo e imán para semejante desarrollo.

Después de  veinticinco años la sociedad se divide  y es el primero de Enero de 1999 cuando nace simplemente PIGLIACAMPO AUTOMOTORES  con crecimiento sostenido y el compromiso de seguir liderando el mercado, las remodelaciones del salón son un gran salto de calidad para la empresa. El fallecimiento de “Chiche” promueve a la tercera generación de los Pigliacampo, Jorge y Alicia.

Esta empresa familiar tiene otros nombres en el salón de exposición, Peugeot 208 y 308, Chevrolet Onix y Cruze, Toyota Etios y Hilux, Volkswagen Up y Vento, Fiat Palio y Toro, Ford Eco Sport y Fiesta, Renault Duster y Captur, distintas denominaciones de los vehículos, el mismo nombre titular  PIGLIACAMPO, con una amplia trayectoria, reconocimiento e influencia en el mercado local y regional en la comercialización de automóviles nuevos y usados.

Las historias  son cautivadoras pero les son atractivas a la intuición en vez de a la razón. Si está pensando comprar un vehículo, haga como Odiseo, póngase cera de abejas en los oídos, y átese al mástil para evitar el llamado desastroso del canto de las sirenas. PIGLIACAMPO AUTOMOTORES es una historia real.

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