El llamado de atención del FMI por las manipulaciones sobre el índice de precios resulta anecdótico en comparación con las graves consecuencias sociales y económicas que se derivan de la alta inflación. El aumento en los precios es la contrapartida de crecimientos en los costos laborales muy por encima de los aumentos de la productividad. Para romper este círculo inflacionario perverso, los esfuerzos no deberían centrarse en imponer topes a los aumentos de salarios sino, por el contrario, poner como prioridad que el sector público genere condiciones propicias para que las empresas incrementen la productividad.
El Costo Laboral Unitario es un indicador de sustentabilidad económica que permite monitorear la relación entre la evolución de los salarios y la presión sobre los precios. Operativamente se obtiene del cociente entre el costo laboral (es decir, la suma de la remuneración de bolsillo más los costos no salariales) y la productividad. La productividad, por su parte, se mide como las cantidades físicas producidas por hora de trabajo.