El 7 de enero de 2007 fue un día cargado de tensión e incertidumbre, hasta pasadas las 16 horas. La mañana amaneció con un sol presagiando una hermosa mañana de verano, pero las expectativas de todos los vecinos estaban puestas ya en el río, debido a las intensas lluvias que desembocaron en el Chocancharava.
Durante toda la mañana, personal municipal y bomberos recorrían la vera del río y se levantaban defensas. El municipio estaba a cargo de quien era por ese tiempo Presidente del Concejo Deliberante, la Sra Jakeline Rongé. El ex intendente, Dr. Javier Pretto se encontraba de vacaciones, sin embargo, regresó de inmediato cuando se enteró de lo sucedido.
Eran las 16 horas cuando después de luchar con el desborde en las defensas era ya imposible frenar el agua, que empezó a tomar el pueblo… La tristeza de los trabajadores municipales, de bomberos y de todos quienes querían «parar» el agua se vio reflejada en la fuerza para intentar detener lo que ocurría… pero era imposible. El agua se fue por las calles Hipólito Irigoyen y La Rioja. Éstas fueron las primeras en recibir el desborde y así, poco a poco, se fueron cubriendo el resto de las calles y las casas, que fueron recibiendo el agua y lodo del río. Lentamente las defensas en las casas fueron cubiertas por el agua y las casas empezaron a tener un metro o más de agua. Los vecinos, al ver la situación, subieron sus muebles sobre los techos y, en algunas, el techo quedó a centímetros de que el agua llegara.
Desde el municipio se clausuraron los colegios, por ese entonces IPEM 255, (hoy IPET) y, en el Barrio Central Argentino, la escuela María Teresa Bedoni, ya que el agua también empezó a cubrir dicho barrio, increíblemente, ya que el mismo está ubicado a más de 30 cuadras: las calles eran ríos. Según los datos, un 85% de la ciudad estaba cubierta por el agua.
Desde el Gobierno Provincial se enviaron Hospitales Móviles, el personal de Paicor de vacaciones se autoconvocó y quien era el coordinador del momento, Pedro Barboza, dispuso horarios y más de 20 personas se iban turnado- muchos de ellos no pudieron presentarse ya que sus casas habían sido afectadas por la creciente-.
Todo el dolor, la bronca, la tristeza se calmaba, en parte, al ver la solidaridad de los mismos vecinos y de localidades cercanas que se llegaron a medida que pudieron ingresar al pueblo. Los tractores y maquinarias a raíz del intenso trabajo dejaron de funcionar pero fue allí cuando llegaron habitantes de localidades vecinas ofreciendo sus herramientas, empresas de otras poblaciones con camiones y agua potable, además de alimentos. “Afortunadamente, el pueblo tiene más del 75% de cloacas y esto evita el desmoronamiento de pozos ciegos y posterior contaminación”, había dicho un alto dirigente gubernamental por ese tiempo que llegó a las pocas horas de saber sobre la situación de La Carlota.
Pasó la creciente y el pueblo se levantó a las pocas horas. La Provincia habló de esta ciudad.
Desde ese día, las autoridades provinciales y nacionales ofrecieron ayuda y prometieron las obras de defensas del río. No obstante, pasó el tiempo y hoy aún se lucha por estas obras de defensas, ya que hoy la situación es similar. Sólo se hicieron obras paliativas, con algunos aportes de la Provincia y prácticamente nada de la Nación
El municipio con sus escasos recursos aportó lo suyo. Desde la Nación prometieron arreglos de casas y construcción de viviendas para los afectados. Las mismas se construyeron en un plazo de 2 ó 3 años con aportes del municipio, debido a que, desde la Nación, no llegaban los aportes de los miles de pesos que costarían las obras.
Hace casi dos meses, la Provincia envió al Ingeniero Lenarduzzi, quien fue claro: sólo se pueden hacer obras paliativas… “Haremos mejoras en las defensas y en días estará la máquina para realizar limpiezas en el río». Todavía, los carlotenses, seguimos esperándola… Incluso, muy pocas veces es recibido el intendente, Dr. Fabio Guaschino, quien hace extensivo el reclamo de cada vecino para que dicha máquina llegue.
Mientras tanto, cada vez que llueve en Alpa Corral, los vecinos estamos atentos a la crecida del río y, quizás, con alguna oración para que no se repita aquel triste recuerdo…