La salud y los ruidos.

            Pocos intendentes en el País demostraron conocer la amplitud del poder de policí­a municipal o, de saberlo, no pusieron en práctica su sapiencia.. Las causas pueden ser muchas; desde el ejercicio de un “amiguismo” mal entendido por el cual dispusieron hacer o se abstuvieron de cumplir con el público mandato, hasta la común ineficiencia. Ese poder se relaciona con la higiene (lugares públicos, baños y cocinas en restaurantes, bares, teatros, estaciones de ómnibus, etc.) y es comprensivo de la salud moral y física (calificación de espectáculos, conductas en las confiterías, consumo de alcohol, etc.), pasando por el contralor de calidades, pesas y medidas, planificación edilicia, educación y otras muchas materias de indiscutible interés general.

     Dejaremos de lado esas faltas para referirnos a otro exceso o negligencia no incluidos en la enumeración precedente, no sin antes dejar constancia de que todos somos responsables de tales anormalidades, aunque, en distintas graduaciones. Las autoridades, por no cumplir con su deber y nosotros porque nuestra tradicional pasividad nos incita a eludir la colaboración que debemos.  

ruidos-1La referencia en este caso es a los ruidos molestos, una de las mas dañinas contaminaciones ambientales que atentan contra la salud física y espiritual. Se expone el tema en forma de denuncia pública, con el ánimo de mostrar voluntad colaboracionista.

Está claro que nada se hace para mitigar las causas ni los efectos de tan grave flagelo. Las quejas generalmente se hacen “sotto voce”, quizá debido al famoso “no te metás” nacional, conducta egoísta que con harta frecuencia prima sobre los intereses sociales e incluso sobre algunos individuales. Ha llegado la hora de convencerse que si Ud., yo, nosotros, no nos ocupamos, nadie vendrá a solucionarnos los problemas. El conocido rabino Bergman en su “Manifiesto Cívico Argentino” nos aconseja dejar de ser habitantes y convertirnos en ciudadanos. La democracia no se hace  botando el voto. Al voto no hay que “largarlo”, sigue diciendo. El verdadero ciudadano es el  que vota todos los días contraloreando a sus empleados, los mandatarios, para que cumplan con las órdenes dadas cuando se les eligió.                  

            Para solucionar problemas, el primer paso es admitir su existencia; pero como lo evidente no necesita demostración, proseguimos basados en la premisa de que en La Carlota el nivel de estruendo es física y espiritualmente insalubre. El finísimo órgano que es el oído, en ambientes desordenados concluye funcionando mal. El hombre está tentado y sometido a superactividades mentales, afectivas y a intemperancias de trabajo, soportando cotidianamente ambientes ruidosos que le predisponen a desórdenes funcionales.

Enfrentadas a esta realidad, las autoridades deben preocuparse por solucionarla. Si se inspiraran en propósitos prácticos, deberían comenzar por clasificar los orígenes de los ruidos separando los evitables de los inevitables, los individuales de los colectivos, los de sencilla de los de menos simple solución, a fin de aplicar medidas preventivas y represivas, sin olvidar la propaganda metódica para lograr la colaboración colectiva. Va de suyo que tanto las medidas preventivas como las represivas deberán establecerse con criterios jurídico, policial y administrativo.

            Vaya a guisa de ejemplo, las bocinas escandalosamente potentes usadas para hacer propagandas callejeras. Existen locales y trayecticias (v.gr.: circos, parques, ventas ambulatorias, etc.). Si bien no parece adecuado prohibir las primeras, no pasa lo mismo con las que nos visitan. Pero pueden negarse nuevos permisos y a los  existentes hacerles bajar el nivel del sonido a emitir. Claro que la Municipalidad debe predicar con el ejemplo disminuyendo drásticamente los ruidos (¿música?) en las llamadas fiestas populares que impiden descansar a los vecinos en importantes radios (recuérdese que pueblo es la totalidad de los habitantes y no solamente el pequeño público que va a ellas y que también a los asistentes, aunque lo ignoren,  les daña tan grande estruendo).

Pero quizá el mas molesto por su insólita estridencia, sea el ruido proveniente de los caños de escape de automóviles y muy especialmente de motocicletas. No es comprensible que no se haga nada al respecto, porque además de ensordecer, la velocidad a que transitan incrementa el riesgo de daños a los propios conductores y, lo que puede ser mas grave, a terceros inocentes.

            La cultura occidental y cristiana tiene fundamento en el hombre como centro de la Creación y en su libertad. Por tal centralidad, todo lo hecho por él debe estar a su servicio, incluido el Estado en sus tres niveles.

La libertad irrestricta que Dios dio al hombre, le faculta tanto para asociarse con sus semejantes como para encontrarse a sí mismo, tarea esta última que suele resultar harto dificultosa, porque la  búsqueda introspectiva exige meditar para conocerse. Ese ejercicio requiere silencio y es imposible obtenerlo en medio de tanto estrépito.

Satisfechas las mas elementales necesidades de supervivencia, el individuo necesita disponer de tiempo para pensar, cultivarse y tener esperanzas de  mejorar en todo sentido (Encíclica Populorum Progressio). Quizá nunca nos hayamos planteado qué sería de nuestra Carlota (País) si como ciudadanos, hubiéramos meditado con sentido de grandeza. Por no hacerlo, Espronceda podría habernos dicho que hemos errado el  camino por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido. O,   parodiando al tango, cabría decir que hemos elegido la ruta mas facil: que el ruido nos emborrache bien…pa´no pensar.

            En estos duros momentos que vivimos, agravados por la mala administración de los gobiernos nacional y provinciales y de cuya existencia también somos culpables, no  es prudente exigir nuevas erogaciones a las autoridades locales que deben estudiar cómo hacer mas obras y al mismo tiempo disminuir gradualmente los gastos administrativos hasta llegar a un techo del 25% de los ingresos. Pero convengamos también en que siempre se puede y se debe intentar mejorar. Es un desafío que hemos de aceptar, porque las cosas como están nos restan calidad de vida.

            Terminar con el ruido nos hará bien, no costará nada y habremos hecho mucho  por la salud total de la comunidad. Pero vistas las realidades apuntadas, creemos conveniente que el Sr. Intendente, por la vía que estime adecuada, cite a los ciudadanos que juzgue idóneos por su capacidad y conocimientos generales, para imaginar soluciones. Deberán estar dispuestos a trabajar “ad honorem”. De formarse una comisión, que sea expeditiva (hablar sólo lo necesario), para que en un plazo prudencial (¿30 días?) se expida sobre el problema citado. Cumplida su función, luego de dar a conocer al Sr. Intendente y Concejo Deliberante sus conclusiones, se desarmará (no vaya a ser que alguien se tiente con institucionalizarla). Podría encabezarla el presidente del Concejo Deliberante y completarse con un médico higienista, el asesor letrado municipal, un técnico de tránsito designado por el Intendente y un técnico policial designado por el jefe de policí­a. Es necesario que todos tomemos conciencia (especialmente la juventud que ha sido liberada de la obligación de  servir uno o dos años a la patria), de que es necesario colaborar con la comunidad a la que pertenecemos y que tanto nos brinda.

 

por Quique Losuyo para fmestrella.com  

                       

2 comentarios en “La salud y los ruidos.

  1. Conincido con Norma y Quique, que importante sería que los dirigentes hagan cumplir las normas. Por favor, si La Carlota, es un caos, hay un deshorden importante y el intendente no hace absolutamente nada, es mas, a sus amigotes les da libre acción.

  2. Estoy de acuerdo con Quique. Sobre todo en nuestra ciudad, todo, es un viva la pepa. Cada cual hace lo que se le da la gana. Nuestro intendente lo sabe y es el principal responsable del problema.

    Saludos

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