Desarrollo: El 20 de agosto se celebra el Día Mundial de la Papa Frita en varios países, entre ellos la Argentina que tiene una gran cultura gastronómica en lo que respecta a esta comida rápida que enamora a todos los paladares y no distingue entre clases sociales.
Nuestro país es uno de los principales referentes a nivel internacional en la materia debido a que produce 3 millones de toneladas de papas al año, siendo la zona de Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, una de las más aptas para el cultivo de este tubérculo.
Un dato a tener en cuenta es que en la Argentina cada persona consume entre 50 y 60 kilos de papas al año, lo que equivale unas 137 tortillas anuales: ¡Una locura!
No existen datos históricos específicos sobre porqué se festeja todos los 20 de agosto el Día Mundial de la Papa Frita, pero lo cierto es que es una forma interesante de homenajear a esta “minuta” o “acompañamiento” tan querido en la historia gastronómica argentina.
En lo que respecta al origen de la papa frita, muchos historiadores lo sitúan en Europa y hay dos países que se disputan su creación: Francia y Bélgica.
Los franceses destacan que las papas fritas o “pommmes frites”, cono se las conoce allí, nacieron en París en el Siglo XVII y fueron creadas como un alimento callejero que vendían los “frituristes” en los puentes de la ciudad, mientras que los belgas explican que sus inventores fueron los pescadores de la región de Namur, quienes además de freir la pesca del día que conseguían comenzaron a freír papas.
Las papas fritas son una de las estrellas de la gastronomía argentina y suelen ser uno de los acompañamientos preferidos por los comensales en los restaurantes. En ese contexto hay muchas formas de elaborarlas y también de cocinarlas.
La forma más clásica es tomar una papa y realizar cortes de 1 centímetro de espesor en formato bastón. En las cocinas de los hogares se las suele mandar directamente al aceite de girasol caliente y cuando están listas se las retira para comer, aunque en algunos restoranes la técnica puede llegar a ser más sofisticada.
Según el manual que utilizan algunos locales gastronómicos de la Argentina luego de cortar las papas hay que dejarlas en remojo en agua fría para eliminar el exceso de almidón, lo que ayuda a que luego sean más crujientes. Incluso algunos llegan a dejarlas en agua con hielo. Luego las retiran y las secan con un paño absorbente.
El proceso indica que hay que hacer una primera fritura a 150 grados que se denomina “blanqueado” en el que se fríen las papas en pequeñas cantidades durante 5 minutos hasta que comiencen a tomar un color dorado pálido pero sin dorarse por completo.
La segunda fritura ya es a una temperatura más alta (190 grados) y aquí sí se fríen durante tres minutos hasta que quedan listas y luego de sacarles el exceso de aceite con una espumadera y luego con papel absorbente se les coloca sal y se las sirve directamente a la mesa.
La tradicional papa frita que se come en la Argentina es la que viene cortada en formato bastón sin ningún tipo de cáscara: esa es la que se sirve la mayoría de los restoranes y locales de comida rápida, aunque también existe una forma de solamente lavarla y dejarle la cáscara a la hora de freírla: en ese caso, se llaman “papas rústicas”.
Muchos cocineros también suelen pasar las papas fritas por harina antes de freírlas, lo que les otorga un crocante interesante y también un cierto dulzor producto del almidón de la papa y de la harina. Generalmente estas papas se cortan en un formato muy fino, al estilo de las papas pay, pero alargadas.
La forma de cortarlas también influye en el tipo de papa que se sirve en los restoranes: en el caso de la famosa papa española se cortan gajos finos de papa y luego se los fríe y también existen las famosas papas rejillas, de escuela norteamericana y famosas en algunos restoranes del centro de Buenos Aires.
Si bien la papa frita es una acompañamiento, no se puede evitar mencionar que muchos comensales piden las famosas “papas a caballo”, una porción generosa de papas acompañada por dos huevos fritos encima que puede llegar a convertirse en un plato principal.
Para finalizar no se debe dejar de lado que a partir del año 2010 comenzó a surgir en la Argentina una nueva variante de este alimento: las papas fritas con. panceta y cheddar, que fueron introducidas por la moda de la cerveza artesanal y los locales que venden hamburguesas gourmet.
Nuestro país es uno de los principales referentes a nivel internacional en la materia debido a que produce 3 millones de toneladas de papas al año, siendo la zona de Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, una de las más aptas para el cultivo de este tubérculo.
Un dato a tener en cuenta es que en la Argentina cada persona consume entre 50 y 60 kilos de papas al año, lo que equivale unas 137 tortillas anuales: ¡Una locura!
No existen datos históricos específicos sobre porqué se festeja todos los 20 de agosto el Día Mundial de la Papa Frita, pero lo cierto es que es una forma interesante de homenajear a esta “minuta” o “acompañamiento” tan querido en la historia gastronómica argentina.
En lo que respecta al origen de la papa frita, muchos historiadores lo sitúan en Europa y hay dos países que se disputan su creación: Francia y Bélgica.
Los franceses destacan que las papas fritas o “pommmes frites”, cono se las conoce allí, nacieron en París en el Siglo XVII y fueron creadas como un alimento callejero que vendían los “frituristes” en los puentes de la ciudad, mientras que los belgas explican que sus inventores fueron los pescadores de la región de Namur, quienes además de freir la pesca del día que conseguían comenzaron a freír papas.
Las papas fritas son una de las estrellas de la gastronomía argentina y suelen ser uno de los acompañamientos preferidos por los comensales en los restaurantes. En ese contexto hay muchas formas de elaborarlas y también de cocinarlas.
La forma más clásica es tomar una papa y realizar cortes de 1 centímetro de espesor en formato bastón. En las cocinas de los hogares se las suele mandar directamente al aceite de girasol caliente y cuando están listas se las retira para comer, aunque en algunos restoranes la técnica puede llegar a ser más sofisticada.
Según el manual que utilizan algunos locales gastronómicos de la Argentina luego de cortar las papas hay que dejarlas en remojo en agua fría para eliminar el exceso de almidón, lo que ayuda a que luego sean más crujientes. Incluso algunos llegan a dejarlas en agua con hielo. Luego las retiran y las secan con un paño absorbente.
El proceso indica que hay que hacer una primera fritura a 150 grados que se denomina “blanqueado” en el que se fríen las papas en pequeñas cantidades durante 5 minutos hasta que comiencen a tomar un color dorado pálido pero sin dorarse por completo.
La segunda fritura ya es a una temperatura más alta (190 grados) y aquí sí se fríen durante tres minutos hasta que quedan listas y luego de sacarles el exceso de aceite con una espumadera y luego con papel absorbente se les coloca sal y se las sirve directamente a la mesa.
La tradicional papa frita que se come en la Argentina es la que viene cortada en formato bastón sin ningún tipo de cáscara: esa es la que se sirve la mayoría de los restoranes y locales de comida rápida, aunque también existe una forma de solamente lavarla y dejarle la cáscara a la hora de freírla: en ese caso, se llaman “papas rústicas”.
Muchos cocineros también suelen pasar las papas fritas por harina antes de freírlas, lo que les otorga un crocante interesante y también un cierto dulzor producto del almidón de la papa y de la harina. Generalmente estas papas se cortan en un formato muy fino, al estilo de las papas pay, pero alargadas.
La forma de cortarlas también influye en el tipo de papa que se sirve en los restoranes: en el caso de la famosa papa española se cortan gajos finos de papa y luego se los fríe y también existen las famosas papas rejillas, de escuela norteamericana y famosas en algunos restoranes del centro de Buenos Aires.
Si bien la papa frita es una acompañamiento, no se puede evitar mencionar que muchos comensales piden las famosas “papas a caballo”, una porción generosa de papas acompañada por dos huevos fritos encima que puede llegar a convertirse en un plato principal.
Para finalizar no se debe dejar de lado que a partir del año 2010 comenzó a surgir en la Argentina una nueva variante de este alimento: las papas fritas con. panceta y cheddar, que fueron introducidas por la moda de la cerveza artesanal y los locales que venden hamburguesas gourmet.
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