La pequeña localidad de Amenábar, en la provincia de Santa Fe, se vio conmocionada esta semana por un hallazgo macabro: el cuerpo sin cabeza de Marcos Correa (39), que dos semanas atrás se reportó como desaparecido.
Luego de un llamado telefónico, los investigadores hallaron el cadáver de Correa enterrado frente a un santuario de San La Muerte. Correa fue entregado como sacrificio al santo pagano, puesto que los agresores le arrancaron el corazón mientras estaba con vida y luego lo decapitaron.
Eduardo Lago es fiscal de Rufino y está al frente de la investigación: «Nunca, en mis 15 años de ejercicio como fiscal, me había tocado investigar un crimen tan aberrante, cometido con tanto odio y tanta saña. Esto es el mal en estado puro, no es locura, es una opción consciente por el mal”.
La causa tiene un sospechoso: un hombre detenido en Melincué tras golpear a su pareja, y que al ser arrestado se jactó de haber cometido el monstruoso asesinato.
La víctima se encontraba casi en situación de calle, aunque tenía familia. Su cuerpo fue encontrado diez días después del arresto del supuesto asesino. Vecinos del lugar declararon que el sopechoso y Correa se conocían: Amenábar es un pueblo pequeño, con menos de 1.500 habitantes.
El detenido solía compartir imágenes paganas o satánicas en sus redes sociales. Un tío de Correa dijo que su sobrino «tenía relación con el entorno» del sospechoso y que “todavía nos preguntamos por qué lo mataron. Yo lo asocio a un ritual por la forma en el que lo hicieron. Lo venían amenazando que lo querían matar. Pensaba irse. Le confesó a un compañero de trabajo que se había mandado una cagada y tenía miedo”.
El sospechoso se negó a realizar declaraciones y el fiscal del caso expresó que trabaja para “consolidar las pruebas necesarias para pedir una condena, que podría ser perpetua, porque estamos hablando de homicidio agravado”