Finalmente, los hombres mas valiosos (ve.: en El Derecho…II “La Rebelión de Atlasâ€), impotentes para evitar la desintegración de su paÃs, caÃdo en poder de una dictatorial oclocracia (gobierno de las masas), se retiraron a un valle sólo conocido por ellos. Allà construyeron un nuevo Estado reservado exclusivamente para los que se negaban a vivir de otros y que otros vivieran de ellos; para quienes querían demostrar su amor al prójimo y a sà mismo aumentando la producción.
Mientras en los pueblos aspirantes a disminuir la pobreza rijan las kakistocracias (gobierno de los peores) que prometen distribuir lo inexistente, no aumentarán los bienes más que su demanda y subirán los precios junto con la cantidad de pobres.
La demagógica incontinencia legislativa invitando a la holganza ha empobrecido a la Argentina. Persistiendo en esa lÃnea, los legisladores podrán disimular su falta de idoneidad y de valores, pero no la miseria.¿No es acaso sÃntoma de decadencia que los festejos del bicentenario tuvieran que hacerse en el Teatro Colón y en el Correo Central, edificios inaugurados en el Centenario?. ¿No alentarán los diversos subsidios el trabajo “en negro†si trabajar “en regla†impide cobrarlos?. Seguramente si los que legislan ocuparan su tiempo en derogar leyes que obstaculizan el desarrollo de todo lo que nos dio Dios (no la vida como dice la canción) en vez de desnudar sus antivalores proyectando “infanticidiosâ€, “abortos†u otras normas que atentan contra los mas básicos derechos humanos, Argentina sería como mÃnimo lo que dejó de ser.
¿Acaso algún político ha propuesto disminuir los gastos improductivos del gobierno (municipal, provincial o nacional) y bajar los impuestos alentando al sector privado a crecer aumentando así la demanda de mano de obra y a poder pagar mejores sueldos a quienes realmente trabajan produciendo?. ¿No se condena a pobreza perpetua a quien no puede aumentar sus conocimientos por defectos en la educación?. ¿Asiste alguna razón a los gobiernos (en sus tres niveles) que lucran con la compra-venta de terrenos patrocinando la construcción de viviendas que suelen ser malas y caras?. ¿Y si fracasan total o parcialmente, quién pagará los daños de todo tipo causados a inversores y obreros si está visto que el único dinero de que los Estados disponen es el que sacan a los ciudadanos?. Como éstas son infinitas las preguntas cuyas respuestas revelan la eficiencia y eficacia del Derecho vigente para impedir la creación de la verdadera riqueza que es la abundancia de cosas útiles para satisfacer necesidades y no la aparente, derivada de la inflación y del populista manejo monetario.
Hijas dilectas de la ideologÃa marxista, las políticas que tanto mal hicieron al PaÃs suelen exponerse como muy atractivas a primera vista y tan hábilmente disimuladas en su maldad que han hecho errar a brillantes filósofos católicos (el brasileño Leonardo Boff y entre nosotros al finalmente arrepentido Carlos S.F. Mugica). Les dijo a ellos un conocido obispo español (P.Casaldáliga): “la teologÃa de ustedes (de la liberación) ayuda a la transformación de América Latina mas que millones de libros sobre marxismo†(pensamos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, Chile-antes- … ¿Argentina? ).
También es mala la organización legal del sindicalismo que, entre tantas falencias, yerra en su publicitada defensa de los derechos del trabajador. Sus ricos representantes no deben ignorar que sin un previo programa estabilizador, el aumento del salario mÃnimo, de la asignación por hijo, de las jubilaciones, etc…(medidas de indudable justicia si no fueran tan mejorables), aproximan la economÃa a una indexación que los hace efÃmeros. La alegada defensa de la “mesa de los menos pudientes†fue la excusa para trabar las exportaciones cárneas. El resultado está a la vista: se faenaron más vacas de las producidas; bajaron los precios con lo que aumentó el consumo y cayó la producción lo que trajo escasez y suba de precios en perjuicio de quienes se dijo proteger. La reducción notable de reservas gasíferas y petroleras por falta de inversiones, encareció el gas para los pobres. Las políticas agrÃcolas están llevando a una sojización degradante de los suelos; las leyes tributarias y laborales apuntan a aquél increÃble “slogan†de combatir al capital y las educativas, al alpargatas sÃ, libros no (¿hoy, ni unas ni otros?). En fin…en una Argentina empobrecida, los que hacen el Derecho (leyes, decretos, ordenanzas, reglamentos y hasta los novedosos e ilegales llamados telefónicos –“quasi legesâ€- ) debieran apuntar hacia objetivos contrarios a los que hoy miran. Para volver a enriquecerla y posibilitar un justo reparto debe comenzarse por adecuar la legislación a su jerarquÃa natural (Ve.: El Derecho I y II).
Quique Losuyo