Al momento del deceso, junto a ella se encontraba Florian Willet, presidente de la compañía, quien permaneció en videollamada con Philip Nitschke, el inventor del aparato, a través de un iPad. Antes de entrar a Sarco, la mujer realizó unas preguntas sobre si debía quitarse los zapatos, lo cual no era necesario, y, después de acomodarse, cerró la tapa del dispositivo y pulsó el botón que activó la liberación del gas.
Sin embargo, a los seis minutos del inicio, un sonido de alarma sorprendió a Willet, quien afirmó a Nitschke: “Ella sigue viva, Philip”. Según el medio neerlandés Volkskrant, Willet indicó que el dispositivo no mostraba signos evidentes de muerte inmediata, por lo que se inclinó sobre la cápsula para observar a la mujer. No obstante, unos minutos después, reportó a su compañero que la paciente había dejado de moverse.
Durante la investigación, Sticher comenzó a considerar la posibilidad de “homicidio intencional” a raíz de las circunstancias poco claras de la muerte y los hallazgos en el cuerpo de la mujer. En ese sentido, la autopsia preliminar reveló marcas en el cuello que sugerían posibles signos de estrangulamiento, en lugar de una muerte exclusivamente por asfixia de nitrógeno. Si bien todavía no se realizó un informe forense completo, el fiscal extendió la detención de Willet, pero sin formular cargos explícitos de homicidio.
Sumado a esto, Sticher también señaló que la cápsula fue abierta y cerrada varias veces durante el proceso, lo cual podía haber alterado el flujo del gas nitrógeno en el dispositivo. De esa manera, y a partir de los datos contradictorios, el caso permanece bajo investigación activa en Suiza. Además, todos los permisos de uso de Sarco fueron suspendidos temporalmente hasta que se resuelvan los hechos.
Inventada por el australiano Philip Nitschke, un exmédico conocido por sus posturas controvertidas sobre la eutanasia, la cápsula es una pequeña cabina violeta con ruedas. El usuario tiene que acostarse dentro y responder a una serie de preguntas para confirmar que comprende lo que está haciendo antes de accionar un botón que libera nitrógeno. Se supone que la persona pierde el conocimiento al cabo de unos segundos y muere en cuestión de minutos, según The Last Resort.
En julio, los promotores de este dispositivo lo presentaron e indicaron que quería que fuese utilizado por primera vez en Suiza, lo que causó gran conmoción, ya que el suicidio asistido está permitido en el país, pero bajo la supervisión de un médico. Sin embargo, la asociación anunció a finales de ese mismo mes que la persona que iba a ser la primera en utilizarla, una mujer estadounidense de unos 50 años, fue descartada debido al deterioro de su estado mental.
Contrario a los deseos de la compañía, la ministra del Interior suiza, Elisabeth Baume Schneider, afirmó durante una sesión de preguntas en la Cámara de diputados que la «cápsula de suicidio Sarco no cumple con la ley». En primer lugar, porque no responde a «los requisitos en materia de seguridad de los productos». Además, el uso de nitrógeno dentro de esta cápsula «no es compatible» con la ley de productos químicos, explicó la funcionaria.
Por su parte, Fiona Stewart, abogada y miembro del consejo asesor de The Last Resort, declaró luego del suicidio asistido en el bosque que la asociación «siempre actuó basándose en el asesoramiento legal de sus abogados». «Desde 2021, éstos siempre consideraron que el uso del Sarco en Suiza era legal», indicó la organización en un comunicado.
Willet, copresidente de The Last Resort, «fue la única persona presente en el momento de la muerte» y describió el fallecimiento de la mujer como «pacífico, rápido y digno», según el comunicado, que también señala que los hechos ocurrieron «bajo los árboles», en un espacio forestal privado.
mb cp
—
Este correo electrónico ha sido analizado en busca de virus por el software antivirus de AVG.
www.avg.com