Desarrollo: Es lo que revela Marta Arretche, profesora de la Universidad de San Pablo (USP) y directora del Centro de Estudios de la Metrópolis. Para ella, hay que ser muy prudentes a la hora de los pronósticos. Fue durante un debate sobre los comicios de este año, organizado por el Insper (un prestigioso Instituto de Educación e Investigación). La especialista comenzó con una anécdota “que muestra cuál debe ser el papel de las ciencias políticas hoy en día”. En su relato, ella estaba en Washington en una conferencia y coincidió con aquella semana en que solo se hablaba de la renuncia de Joe Biden. “En un panel de politólogos norteamericanos, la pregunta fue: ¿Quién ganará las elecciones y si habrá renuncia? Una de las oradoras dijo que no iba a hacer predicciones porque los politólogos nunca aciertan. Los otros 3 dijeron que Biden no solo no iba a renunciar, sino que tampoco recomendaba su renuncia porque Kamala Harris no era una buena candidata”.
Lo que ocurre en Brasil es que las intendencias de las ciudades son el nivel de gobierno más próximo al ciudadano; y los alcaldes son reconocidos por el papel (positivo o negativo) que cumplen. “La percepción del votante es que el municipio es el que más servicios presta a la población. Pero el ciudadano sabe que las grandes decisiones, por ejemplo en salud y educación, son tomadas a nivel nacional a través de la financiación del Estado federal. Y el margen que le queda al intendente son las políticas de transporte y de vivienda”. Es por esa razón que “no es posible hacer ninguna asociación entre la corriente ideológica de los partidos y las elecciones municipales”. Las variaciones entre las plataformas políticas de los partidos se ven, en consecuencia, muy reducidas.
Hay con todo un fenómeno nuevo: la presencia de candidatos de la extrema derecha. El más notorio de todos es Pablo Marçal, del Partido Renovador Laborista de Brasil, que aspira a convertirse en intendente de la ciudad de San Pablo. Esta capital tiene nada menos que 9 millones de votantes y, se dice, que es la única donde pueden prevalecer las orientaciones ideológicas de los votantes.
Es notable pero, históricamente, el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), creado por Fernando Henrique Cardoso, comando los destinos del gobierno de San Pablo. Solía tener una base muy amplia en las intendencias de este estado; pero ya había perdido parte de los municipios en 2020 y ahora experimenta un notable retroceso en la cantidad de candidatos (83% menos que hace 4 años). La crisis del partido, expresión más pura de la democracia liberal, se refleja inclusive en esta ciudad: apenas 6% de los paulistanos dijeron que votarán al postulante del PSDB, José Luis Datena, un afamado periodista y locutor de televisión. Es una cifra inexpresiva frente al 21% de Marçal, el 23% de Guilherme Boulos (candidato de Lula) y el 24% de Ricardo Nunes, actual intendente que busca su reelección. Es una suerte de centrista del partido Movimiento Democrático Brasileño pero que ahora es apoyado por Jair Bolsonaro.
Marçal es un caso interesante, no tanto por él mismo como por el impacto que su candidatura tuvo en el bolsonarismo. Se presenta como la cara nueva de la ultraderecha y tiene una influencia notoria entre los más jóvenes. En 2022 fue precandidato a la presidencia de Brasil por el partido PROS; pero luego la agrupación se dio vuelta y decidió votar en Lula. Para la familia Bolsonaro, el personaje podría ser un peligro; fue por eso que el ex presidente decidió no darle su aval y optó por la versión centrista de Nunes.
Los politólogos insisten que la gran metrópolis del país es el único lugar donde prevalece la ideología. Y afirman que la tendencia es conservadora; con todo, esta capital tuvo tres intendencias en manos del PT: la de Luiza Erundina, la de Marta Suplicy y la de Fernando Haddad.
Gi
Lo que ocurre en Brasil es que las intendencias de las ciudades son el nivel de gobierno más próximo al ciudadano; y los alcaldes son reconocidos por el papel (positivo o negativo) que cumplen. “La percepción del votante es que el municipio es el que más servicios presta a la población. Pero el ciudadano sabe que las grandes decisiones, por ejemplo en salud y educación, son tomadas a nivel nacional a través de la financiación del Estado federal. Y el margen que le queda al intendente son las políticas de transporte y de vivienda”. Es por esa razón que “no es posible hacer ninguna asociación entre la corriente ideológica de los partidos y las elecciones municipales”. Las variaciones entre las plataformas políticas de los partidos se ven, en consecuencia, muy reducidas.
Hay con todo un fenómeno nuevo: la presencia de candidatos de la extrema derecha. El más notorio de todos es Pablo Marçal, del Partido Renovador Laborista de Brasil, que aspira a convertirse en intendente de la ciudad de San Pablo. Esta capital tiene nada menos que 9 millones de votantes y, se dice, que es la única donde pueden prevalecer las orientaciones ideológicas de los votantes.
Es notable pero, históricamente, el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), creado por Fernando Henrique Cardoso, comando los destinos del gobierno de San Pablo. Solía tener una base muy amplia en las intendencias de este estado; pero ya había perdido parte de los municipios en 2020 y ahora experimenta un notable retroceso en la cantidad de candidatos (83% menos que hace 4 años). La crisis del partido, expresión más pura de la democracia liberal, se refleja inclusive en esta ciudad: apenas 6% de los paulistanos dijeron que votarán al postulante del PSDB, José Luis Datena, un afamado periodista y locutor de televisión. Es una cifra inexpresiva frente al 21% de Marçal, el 23% de Guilherme Boulos (candidato de Lula) y el 24% de Ricardo Nunes, actual intendente que busca su reelección. Es una suerte de centrista del partido Movimiento Democrático Brasileño pero que ahora es apoyado por Jair Bolsonaro.
Marçal es un caso interesante, no tanto por él mismo como por el impacto que su candidatura tuvo en el bolsonarismo. Se presenta como la cara nueva de la ultraderecha y tiene una influencia notoria entre los más jóvenes. En 2022 fue precandidato a la presidencia de Brasil por el partido PROS; pero luego la agrupación se dio vuelta y decidió votar en Lula. Para la familia Bolsonaro, el personaje podría ser un peligro; fue por eso que el ex presidente decidió no darle su aval y optó por la versión centrista de Nunes.
Los politólogos insisten que la gran metrópolis del país es el único lugar donde prevalece la ideología. Y afirman que la tendencia es conservadora; con todo, esta capital tuvo tres intendencias en manos del PT: la de Luiza Erundina, la de Marta Suplicy y la de Fernando Haddad.
Gi
—
Este correo electrónico ha sido analizado en busca de virus por el software antivirus de AVG.
www.avg.com