Desarrollo: Las descripciones tuvieron lugar en el marco del juicio en su contra por distintos delitos sexuales, no relacionados al caso de McCann, incluidos tres casos de violación y dos imputaciones por masturbarse delante de niños. Por ese motivo, la fiscalía solicitó una condena de 15 años para el hombre, quien ya se encuentra cumpliendo una pena de prisión por otro caso de violación.
Una de las historias trataba sobre el secuestro de una madre de 25 años y su hija pequeña, las cuales fueron llevadas en una camioneta a una granja abandonada para posteriormente encerrarlas en dos habitaciones separadas y golpearlas. Según el relato, la mujer fue atada por las piernas a barras de acero y tuvo que ver a través de una cámara cómo la niña era violada por vía oral, vaginal y anal por un hombre de negro, que llevaba una máscara con ranuras para los ojos y la boca.
Para la fiscal, esas historias están relacionadas con «fantasías fundamentales, los rituales de tortura y humillación y la diversión del sufrimiento de las víctimas». Al respecto, hizo referencia a que, en uno de los presuntos relatos, Brueckner había escrito que le había dicho a la niña víctima de abuso: «¿Tienes miedo? Bien. Porque te voy a hacer mucho daño y te voy a hacer gritar muy fuerte», antes de detallar explícitamente exactamente cómo la iba a violar.
Sumado a esto, la fiscalía conectó con Brueckner otra historia, escrita para niños a partir de seis años, «en el que se muestra como un violador de niños excepcionalmente brutal». En dicho escrito, describe la forma en que viola a niñas por vía vaginal, anal y oral, además de utilizar látigos y atarlas. Sobre ese punto, la fiscal recordó que, en todos los casos en los que se lo acusa, el hombre habría abusado a las mujeres de diversas formas, a la par que las ató para humillarlas y asustarlas, y usó látigos para lastimarlas.
En la audiencia del viernes pasado, el psiquiatra forense del tribunal, Christian Riedemann, dio a conocer los resultados de su evaluación sobre Brueckner. Al respecto, el profesional advirtió que el acusado «pertenece a la máxima categoría de peligrosidad». Asimismo, concluyó que no podía aceptar ninguna responsabilidad por sus actos criminales y que tenía una «inflación» de su propia importancia.
Sumado a esto, fue descrito como un hombre que mostraba una variedad de malos comportamientos hacia los guardias de la prisión y que intentaba constantemente causar problemas. También se le tildó de «arrogante», «manipulador», «pasivo-agresivo», «cínico» e «inaccesible».
Si bien el médico intentó entrevistar a Brueckner, este último se opuso. «Me gustaría hacerle muchas preguntas. Se ha negado a ser evaluado. Por lo tanto, tengo que especular sobre muchas cosas», explicó Riedemann. Por ese motivo, recurrió a los archivos de la prisión como base para su evaluación y utilizó un modelo en el que se lo comparó con otros 1.078 criminales.
En tanto, la fiscal general Lindemann había intentado oficialmente que la jueza actual, Ute Insa Engemann, sea apartada del caso, alegando que está sesgada a favor de la defensa. «Estoy convencida de que la sala no se interesará seriamente por mi opinión, porque ya ha expresado que está decidida a absolver al acusado», argumentó.
Sumado a esto, sostuvo que quedó impactada por el interrogatorio que la magistrada hizo a un testigo de la policía, el cual «a veces daba la impresión de que el policía estaba sentado en el banquillo de los acusados». También se refirió al caso de un testigo de la acusación, Manfred Seifert, expresando que la jueza le había puesto bajo tanta presión y había mostrado tal «agresividad» que, al cabo de cinco horas, el hombre ya no sabía lo que estaba diciendo y no podía hilvanar una frase correctamente.
En julio, la acusación sufrió un revés cuando la jueza dictaminó que las pruebas contra Brueckner en relación con los cargos sexuales eran «insuficientes», lo que fue interpretado como un indicio de que podría ser absuelto. Si llegara a ese veredicto, las autoridades alemanas tendrían que poder demostrar que representa un peligro para la sociedad para poder imponerle una «detención preventiva» y mantenerlo entre rejas.
MB / Gi
Una de las historias trataba sobre el secuestro de una madre de 25 años y su hija pequeña, las cuales fueron llevadas en una camioneta a una granja abandonada para posteriormente encerrarlas en dos habitaciones separadas y golpearlas. Según el relato, la mujer fue atada por las piernas a barras de acero y tuvo que ver a través de una cámara cómo la niña era violada por vía oral, vaginal y anal por un hombre de negro, que llevaba una máscara con ranuras para los ojos y la boca.
Para la fiscal, esas historias están relacionadas con «fantasías fundamentales, los rituales de tortura y humillación y la diversión del sufrimiento de las víctimas». Al respecto, hizo referencia a que, en uno de los presuntos relatos, Brueckner había escrito que le había dicho a la niña víctima de abuso: «¿Tienes miedo? Bien. Porque te voy a hacer mucho daño y te voy a hacer gritar muy fuerte», antes de detallar explícitamente exactamente cómo la iba a violar.
Sumado a esto, la fiscalía conectó con Brueckner otra historia, escrita para niños a partir de seis años, «en el que se muestra como un violador de niños excepcionalmente brutal». En dicho escrito, describe la forma en que viola a niñas por vía vaginal, anal y oral, además de utilizar látigos y atarlas. Sobre ese punto, la fiscal recordó que, en todos los casos en los que se lo acusa, el hombre habría abusado a las mujeres de diversas formas, a la par que las ató para humillarlas y asustarlas, y usó látigos para lastimarlas.
En la audiencia del viernes pasado, el psiquiatra forense del tribunal, Christian Riedemann, dio a conocer los resultados de su evaluación sobre Brueckner. Al respecto, el profesional advirtió que el acusado «pertenece a la máxima categoría de peligrosidad». Asimismo, concluyó que no podía aceptar ninguna responsabilidad por sus actos criminales y que tenía una «inflación» de su propia importancia.
Sumado a esto, fue descrito como un hombre que mostraba una variedad de malos comportamientos hacia los guardias de la prisión y que intentaba constantemente causar problemas. También se le tildó de «arrogante», «manipulador», «pasivo-agresivo», «cínico» e «inaccesible».
Si bien el médico intentó entrevistar a Brueckner, este último se opuso. «Me gustaría hacerle muchas preguntas. Se ha negado a ser evaluado. Por lo tanto, tengo que especular sobre muchas cosas», explicó Riedemann. Por ese motivo, recurrió a los archivos de la prisión como base para su evaluación y utilizó un modelo en el que se lo comparó con otros 1.078 criminales.
En tanto, la fiscal general Lindemann había intentado oficialmente que la jueza actual, Ute Insa Engemann, sea apartada del caso, alegando que está sesgada a favor de la defensa. «Estoy convencida de que la sala no se interesará seriamente por mi opinión, porque ya ha expresado que está decidida a absolver al acusado», argumentó.
Sumado a esto, sostuvo que quedó impactada por el interrogatorio que la magistrada hizo a un testigo de la policía, el cual «a veces daba la impresión de que el policía estaba sentado en el banquillo de los acusados». También se refirió al caso de un testigo de la acusación, Manfred Seifert, expresando que la jueza le había puesto bajo tanta presión y había mostrado tal «agresividad» que, al cabo de cinco horas, el hombre ya no sabía lo que estaba diciendo y no podía hilvanar una frase correctamente.
En julio, la acusación sufrió un revés cuando la jueza dictaminó que las pruebas contra Brueckner en relación con los cargos sexuales eran «insuficientes», lo que fue interpretado como un indicio de que podría ser absuelto. Si llegara a ese veredicto, las autoridades alemanas tendrían que poder demostrar que representa un peligro para la sociedad para poder imponerle una «detención preventiva» y mantenerlo entre rejas.
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