Desarrollo: En La Plata, a pocas cuadras de la sede de la gobernación, el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, se dio el lujo de armar un carnaval militante para esmerilar al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el principal antagonista político de Javier Milei y quien asoma como única esperanza del peronismo de cara al 2027.
Las proyecciones del ex ministro de Economía como el más nítido presidenciable del arco peronista puso en guardia a La Cámpora, que teme que el crecimiento de su figura eclipse a Cristina Kirchner, quien nunca titubeó en usar el dedo para privilegiar a la agrupación de su primogénito en cada cierre de listas de candidatos.
Según sospechan en la agrupación ultrakirchnerista, el mandatario bonaerense buscaría correr de la conducción a quien fuera su jefa política para apoderarse de la lapicera en 2025.
Hacia fines del 2021, Máximo Kirchner le intervino el Gabinete imponiendo a su amigo Martín Insaurralde, caído en desgracia tras el “yategate”.
En la campaña del año pasado, en un acto junto a Juan Grabois y Ofelia Fernández, Kicillof tuvo el “tupé” de sugerir que el peronismo componga “nuevas canciones”, una metáfora sobre la necesidad de oxigenar a la fuerza política y que deje de anclarse en el pasado.
Lo que cualquiera lee como un mensaje de sentido común, sin ningún tipo de doble sentido, cerca de Máximo Kirchner lo interpretaron como una declaración de guerra, como si Kicillof quisiera tirar por la ventana a la ex presidenta y el legado de los 12 años de kirchnerismo.
La desproporción en las reacciones de indignación por una frase casual que el mandatario bonaerense enunció en un contexto determinado fue una suerte de mecanismo de defensa que activó La Cámpora, una organización política que desde sus orígenes se acostumbró a vivir de los favores y privilegios de “La Jefa”.
En el entorno de Kirchner consideran que Cristina está siendo desafiada en su rol conductora política por la “irreverencia” del gobernador que pide “nuevas canciones”.
Esta construcción mental del diputado contrasta con las declaraciones de Kicillof, quien nunca renegó de la conducción de Cristina Kirchner, aunque cerca suya reconocen que ya no acepta delegados para el ejercicio de ese rol.
“Nosotros nunca dejamos de reconocer el liderazgo y la conducción de Cristina. Pero no vamos a subordinarnos a los otros que supuestamente bajan línea en su nombre. Cristina es Cristina y Máximo es Máximo. Que no nos vengan a decir que Máximo es Cristina”, señaló un funcionario bonaerense en diálogo con Noticias Argentinas.
La desorientación de Kirchner es tal que hasta le rehúye a la comprensión de texto de los discursos de su madre, quien hace pocos meses predicó la necesidad de que otro dirigente de su movimiento político tome “el bastón de mariscal” sin “pedir permiso”.
Con una retórica encriptada por momentos difícil de descifrar, el líder camporista le está pidiendo al gobernador que no se apresure en construir su proyecto presidencial, porque la conductora es Cristina Kirchner y a ella hay que pedirle permiso por cada paso que haya que dar. Nada más alejado a lo que la propia ex presidenta expresó en el pasado reciente.
En el estadio Atenas de La Plata, Kirchner le advirtió a Kicillof que no se construye autoridad frente a Cristina sino frente a los empresarios como Paolo Rocca, Marcelo Mindlin, Eduardo Elzstain y Eduardo Eurnekian.
La mención es por lo menos curiosa, ya que hasta el momento no se conocen palabras de distancia o críticas del mandatario bonaerense a la ex presidenta, sino más bien todo lo contrario.
“De la paranoia de Máximo nosotros no tenemos por qué hacernos cargo. Nunca nos fuimos del espacio que lidera Cristina”, señalaron a NA desde el entorno del gobernador.
No ayudó al hijo de la ex presidenta que a los pocos días saliera su lugarteniente, el senador Eduardo “Wado” de Pedro, a decir que en 2015 el Gobierno tenía un ministro que “no se juntaba con empresarios”.
«¿No era que la autoridad se construía plantándose contra empresarios?», se preguntó un intendente kicillofista al que Noticias Argentinas tuvo acceso.
“Estos berrinches infantiles de Máximo, que actúa no sé si por celos, por cargos, o por las dos cosas, no suman para nada”, agregó la misma fuente.
“Además dijo que él nunca se benefició del dedo de Cristina. ¿Justo él que toda la vida hizo política con portación de apellido? Seamos serios”, remató.
A su forma, Cristina Kirchner también viene reclamando al peronismo que cante una “nueva canción”. Lo hizo hace apenas tres semanas, en su último escrito titulado, “es la economía bimonetaria estúpido”.
Después de nueve meses de silencio y secretismo a ultranza mientras el Gobierno libertario avanza con su plan de ajuste, Máximo Kirchner decidió salir a escena para tirarle tierra al gobernador de la provincia más grande del país, de su propio signo político e incluso del mismo espacio ideológico: el kirchnerismo.
Hasta le dedicó una “nueva canción”, que su agrupación compuso especialmente para marcarle el terreno y cuya letra fue distribuida entre los militantes para que el mensaje llegara sí o sí.
“Si querés otra canción, vení, te presto la mía”, corearon. “Cristina es la conducción, vamos a ver si lo entienden”, entonaron en otra fragmento. Ninguna alusión a Milei, quien salió ileso del cancionero camporista. Todos tiros por elevación a Kicillof.
En la tribuna del club Atenas de La Plata cantaron contra su propio jefe funcionarios bonaerenses de La Cámpora como Florencia Saintout y Daniela Vilar, a quienes por ahora el gobernador mantiene en sus cargos.
En cambio, se la vio incómoda y sorprendida a la ex ministra de Gobierno de Kicillof Teresa García, y al senador Mariano Recalde, que es amigo personal de Kicillof.
El encierro de Máximo Kirchner en una lógica de confrontación internista, profiriendo acusaciones con medias palabras, confirman su aislamiento dentro del peronismo y una profunda desconexión con las necesidades del propio movimiento político.
“Casi ni habló de las políticas de Milei. Se dedicó casi exclusivamente a pegarle al gobernador. Hasta nos dijo que no teníamos que enojarnos con el veto a la ley jubilatoria porque lo votó el 56%. Parece que nos está tomando el pelo», disparó en diálogo con NA un dirigente de una agrupación política que apoya a Kicillof como nuevo líder de la oposición.
«No me sorprende ese nivel de conservadurismo que está teniendo Máximo porque ellos no están en la calle defendiendo a los jubilados. Solo les importan los cargos”, agregó.
Las proyecciones del ex ministro de Economía como el más nítido presidenciable del arco peronista puso en guardia a La Cámpora, que teme que el crecimiento de su figura eclipse a Cristina Kirchner, quien nunca titubeó en usar el dedo para privilegiar a la agrupación de su primogénito en cada cierre de listas de candidatos.
Según sospechan en la agrupación ultrakirchnerista, el mandatario bonaerense buscaría correr de la conducción a quien fuera su jefa política para apoderarse de la lapicera en 2025.
Hacia fines del 2021, Máximo Kirchner le intervino el Gabinete imponiendo a su amigo Martín Insaurralde, caído en desgracia tras el “yategate”.
En la campaña del año pasado, en un acto junto a Juan Grabois y Ofelia Fernández, Kicillof tuvo el “tupé” de sugerir que el peronismo componga “nuevas canciones”, una metáfora sobre la necesidad de oxigenar a la fuerza política y que deje de anclarse en el pasado.
Lo que cualquiera lee como un mensaje de sentido común, sin ningún tipo de doble sentido, cerca de Máximo Kirchner lo interpretaron como una declaración de guerra, como si Kicillof quisiera tirar por la ventana a la ex presidenta y el legado de los 12 años de kirchnerismo.
La desproporción en las reacciones de indignación por una frase casual que el mandatario bonaerense enunció en un contexto determinado fue una suerte de mecanismo de defensa que activó La Cámpora, una organización política que desde sus orígenes se acostumbró a vivir de los favores y privilegios de “La Jefa”.
En el entorno de Kirchner consideran que Cristina está siendo desafiada en su rol conductora política por la “irreverencia” del gobernador que pide “nuevas canciones”.
Esta construcción mental del diputado contrasta con las declaraciones de Kicillof, quien nunca renegó de la conducción de Cristina Kirchner, aunque cerca suya reconocen que ya no acepta delegados para el ejercicio de ese rol.
“Nosotros nunca dejamos de reconocer el liderazgo y la conducción de Cristina. Pero no vamos a subordinarnos a los otros que supuestamente bajan línea en su nombre. Cristina es Cristina y Máximo es Máximo. Que no nos vengan a decir que Máximo es Cristina”, señaló un funcionario bonaerense en diálogo con Noticias Argentinas.
La desorientación de Kirchner es tal que hasta le rehúye a la comprensión de texto de los discursos de su madre, quien hace pocos meses predicó la necesidad de que otro dirigente de su movimiento político tome “el bastón de mariscal” sin “pedir permiso”.
Con una retórica encriptada por momentos difícil de descifrar, el líder camporista le está pidiendo al gobernador que no se apresure en construir su proyecto presidencial, porque la conductora es Cristina Kirchner y a ella hay que pedirle permiso por cada paso que haya que dar. Nada más alejado a lo que la propia ex presidenta expresó en el pasado reciente.
En el estadio Atenas de La Plata, Kirchner le advirtió a Kicillof que no se construye autoridad frente a Cristina sino frente a los empresarios como Paolo Rocca, Marcelo Mindlin, Eduardo Elzstain y Eduardo Eurnekian.
La mención es por lo menos curiosa, ya que hasta el momento no se conocen palabras de distancia o críticas del mandatario bonaerense a la ex presidenta, sino más bien todo lo contrario.
“De la paranoia de Máximo nosotros no tenemos por qué hacernos cargo. Nunca nos fuimos del espacio que lidera Cristina”, señalaron a NA desde el entorno del gobernador.
No ayudó al hijo de la ex presidenta que a los pocos días saliera su lugarteniente, el senador Eduardo “Wado” de Pedro, a decir que en 2015 el Gobierno tenía un ministro que “no se juntaba con empresarios”.
«¿No era que la autoridad se construía plantándose contra empresarios?», se preguntó un intendente kicillofista al que Noticias Argentinas tuvo acceso.
“Estos berrinches infantiles de Máximo, que actúa no sé si por celos, por cargos, o por las dos cosas, no suman para nada”, agregó la misma fuente.
“Además dijo que él nunca se benefició del dedo de Cristina. ¿Justo él que toda la vida hizo política con portación de apellido? Seamos serios”, remató.
A su forma, Cristina Kirchner también viene reclamando al peronismo que cante una “nueva canción”. Lo hizo hace apenas tres semanas, en su último escrito titulado, “es la economía bimonetaria estúpido”.
Después de nueve meses de silencio y secretismo a ultranza mientras el Gobierno libertario avanza con su plan de ajuste, Máximo Kirchner decidió salir a escena para tirarle tierra al gobernador de la provincia más grande del país, de su propio signo político e incluso del mismo espacio ideológico: el kirchnerismo.
Hasta le dedicó una “nueva canción”, que su agrupación compuso especialmente para marcarle el terreno y cuya letra fue distribuida entre los militantes para que el mensaje llegara sí o sí.
“Si querés otra canción, vení, te presto la mía”, corearon. “Cristina es la conducción, vamos a ver si lo entienden”, entonaron en otra fragmento. Ninguna alusión a Milei, quien salió ileso del cancionero camporista. Todos tiros por elevación a Kicillof.
En la tribuna del club Atenas de La Plata cantaron contra su propio jefe funcionarios bonaerenses de La Cámpora como Florencia Saintout y Daniela Vilar, a quienes por ahora el gobernador mantiene en sus cargos.
En cambio, se la vio incómoda y sorprendida a la ex ministra de Gobierno de Kicillof Teresa García, y al senador Mariano Recalde, que es amigo personal de Kicillof.
El encierro de Máximo Kirchner en una lógica de confrontación internista, profiriendo acusaciones con medias palabras, confirman su aislamiento dentro del peronismo y una profunda desconexión con las necesidades del propio movimiento político.
“Casi ni habló de las políticas de Milei. Se dedicó casi exclusivamente a pegarle al gobernador. Hasta nos dijo que no teníamos que enojarnos con el veto a la ley jubilatoria porque lo votó el 56%. Parece que nos está tomando el pelo», disparó en diálogo con NA un dirigente de una agrupación política que apoya a Kicillof como nuevo líder de la oposición.
«No me sorprende ese nivel de conservadurismo que está teniendo Máximo porque ellos no están en la calle defendiendo a los jubilados. Solo les importan los cargos”, agregó.
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