Desarrollo: En mayo, la economía argentina experimentó un aumento del 2,3% interanual y del 1,3% respecto al mes anterior. Este crecimiento se atribuye principalmente al sector agropecuario, que creció un 103,3% interanual debido a un efecto rebote tras una grave sequía. No obstante, la industria sigue en caída, acelerando la recesión económica del país. Analistas advierten sobre el impacto negativo de las retenciones y el atraso cambiario en la competitividad del sector agrícola.
El sector agroindustrial argentino, históricamente competitivo, enfrenta desafíos debido a políticas fiscales que incluyen retenciones elevadas. Manuel Alvarado Ledesma, economista y profesor de Agronegocios, señaló que las retenciones son inusuales a nivel mundial y afectan la capacidad del sector para generar divisas. Además, el atraso cambiario desincentiva la inversión y la exportación de productos agrícolas, afectando la economía general del país.
La relación entre el sector agropecuario y el gobierno de Javier Milei es de cooperación, aunque con tensiones sobre políticas específicas. El gobierno busca un equilibrio entre mantener la estabilidad fiscal y apoyar al sector agrícola. La promesa de Milei de reducir las retenciones ha sido bien recibida, pero su implementación depende de la mejora de las condiciones fiscales.
A nivel global, la producción agrícola enfrenta desafíos climáticos y fluctuaciones en la demanda, particularmente de China. El mercado internacional muestra una sobreoferta de productos como la soja, mientras que la demanda ha disminuido, complicando la situación para exportadores argentinos. La calidad de los productos, como el vino argentino, ha mejorado significativamente, pero se necesita una política competitiva para acceder a nuevos mercados.
Las economías regionales también enfrentan dificultades, especialmente en producciones específicas como la vitivinicultura. A pesar de la alta calidad alcanzada en las últimas dos décadas, las políticas arancelarias y las tasas de exportación siguen siendo obstáculos importantes. Se requiere una estrategia integral que beneficie a todas las etapas de la cadena de valor en el sector agropecuario para garantizar su crecimiento sostenible.
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