Todos los fines de marzo comenzamos a transitar en nuestro país, fechas que marcaron momentos tristes de la historia argentina. Nos referimos al 24 de marzo de 1976, donde Superiores de las Fuerzas Armadas tomaron el poder a través de un golpe de Estado y derrocaron al entonces gobierno constitucional
El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se conmemora y busca mantener vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos en la última dictadura militar. No con el objetivo de depositar una visión estática sobre aquella etapa tan oscura, ni con el objetivo de perpetuar un ánimo social irreparable… Pero sí con el objetivo de tener presente los errores cometidos y las consecuencias terribles que de ellos pueden desprenderse, sí con el objetivo de una consciente muestra de respeto por las familias víctimas de la desaparición de un hijo, una hija, una nieta o un nieto, sí con el objetivo de buscar justicia y dar luz a los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella triste etapa de la historia argentina.
Tenemos que pensar que las políticas de Memoria, Verdad y Justicia son una apuesta al futuro, tendrá que ver con que sean efectivamente consolidadas por nuevas generaciones. Forjando en ellas, la firme convicción de la defensa de la democracia. Un estilo de vida que a veces nos cuesta respetar en su sentido más amplio, viviendo todos en igualdad, buscando tanto la justicia como la vigencia plena de los derechos humanos. Es importante reivindicar la memoria histórica como elemento clave en la construcción de identidad colectiva, y también revalorizar las luchas populares que se ejercitaron para lograr una sociedad más justa.
Es muy difícil pensar que se puede construir una Argentina, más justa, más democrática, con permanente expansión de derechos, si al mismo tiempo le damos la espalda a nuestra historia. Es decir, si no tenemos memoria…
La memoria ayuda a construir una cultura democrática, con valores de libertad y justicia, evitando que se repitan los errores y atrocidades del pasado y contribuye a la construcción de un modelo social y económico de inclusión. Una memoria que merece el compromiso de mantenerla viva para fortalecer el respeto por las diferencias y por la vida de cada habitante del país.
“Todo está escondido en la memoria, refugio de la vida y de la historia”. Sin duda, recordar esto, nos permite pensar y mejorar el presente y con nuestras familias, niños, jóvenes y adultos proyectar y soñar el futuro.