El presidente y la vicepresidenta electos cerraron ejes de discusión de lo que será la próxima gestión. Acuerdos para el Congreso, la política exterior y la Justicia que se viene
Alberto Fernández y su núcleo duro de toma de decisiones aseguran que “no habrá doble comando”, rechazan la idea de un gobierno atado a los caprichos de Cristina Kirchner y, por el contrario, hablan de “gestionar la unidad en la pluralidad” bajo un mecanismo de equilibrio de poderes sintetizado en lo que denominan la “lógica de la concordia” que implicará el gobierno del Frente de Todos.
Así evalúan hoy los allegados más cercanos a Fernández el esquema de poder que se avecina. Y en este contexto los pedidos de la vicepresidenta electa se ven más como un “eje de construcción unificado” que como propuestas contrapuestas a las convicciones del propio Fernández.
“Alberto y Cristina saben que se necesitarán mutuamente. Aquí no hay competencia alguna ni peleas por espacios de poder”
Hay al menos cinco reclamos, sugerencias o pedidos concretos que Cristina Kirchner deslizó en la semana que culmina y que Alberto Fernández aceptó como parte de este juego de “equilibrio de poderes”. Se trata de un esquema de poder planteado sobre la base de “la unidad en la diversidad” y en esa “lógica de la concordia” que busca Fernández.
El listado de acuerdos sellados en los últimos días es incompleto: puede haber más reclamos que la vicepresidenta electa hizo a Fernández en aquella última reunión en el departamento de Recoleta y que aún no se conocen. Las concesiones más visibles son las siguientes:
1-El nuevo Senado. Cristina Kirchner pidió expresamente que haya un bloque unificado en la Cámara alta y que el jefe de esa bancada sea el formoseño José Mayans. El planteo le cerró perfectamente a Fernández por una simple cuestión: mantendrá en línea la liga de gobernadores ya que Mayans es un hombre que responde al eterno gobernador de Formosa Gildo Insfrán. Así, se corrió a un costado a Carlos Caserio, que iba a comandar un bloque del PJ pero que despertaba desconfianzas de la ex Presidenta. Caserio ya le confirmó al presidente electo que aceptará el pedido y estará el frente del Ministerio de Transporte. “Hay que aceptar las reglas de juego y aceptar el equilibrio del poder entre Alberto y Cristina en el Poder Ejecutivo y el Congreso”, le dijo Caserio a sus allegados,. Pero hay más en los movimientos del Senado. La vicepresidenta electa quiere que Anabela Fernández Sagasti sea la presidenta provisional, aunque no se descarta aun el nombre de Oscar Parrilli. Se entiende: Cristina Kirchner sabe que en el futuro inmediato estará ocupada con sus viajes a Cuba para ver a su hija Florencia y quiere dejar gente de su extrema confianza al frente del Senado
2-Diputados en equilibrio. La jugada de poner a Máximo Kirchner al frente del bloque de diputados fue acordada por Sergio Massa y Alberto Fernández en el viaje que hicieron recientemente a Uruguay para visitar a Tabaré Vázquez y al candidato del Frente Amplio Daniel Martinez que hoy se juega la continuidad en el poder de su partido. Cristina Kirchner aceptó de inmediato la propuesta de poner a Máximo al frente del bloque de Diputados. “Ahora empieza otro gobierno y las cámaras se reordenan”, justificó el futuro jefe de Gabinete Santiago Cafiero ante un diputado del PJ. Más allá de que la designación del hijo de la vicepresidenta al frente del bloque de Diputados del PJ haya sido acordada con Fernández y Massa, lo cierto es que en los hechos será un eslabón más de la cadena de peso de poder que tendrá la vicepresidenta en el Congreso. También cierra aquella “lógica de la concordia” del poder donde Massa contendrá al peronismo ortodoxo y Máximo Kirchner al cristinismo de paladar negro. Nada queda librado al azar.
Agustín Rossi tuvo que aceptar a regañadientes su salida del Congreso para ir al Ministerio de Defensa. Hace diez días Rossi comentaba a sus amigos que “ni loco” volvería a Defensa y lo graficaba abiertamente con una humorada. “Sería ir a un Ministerio que no tiene plata ni para tirar tres balas o salir a dar una vuelta en un buque de guerra”, decía. Pero Rossi también puso sus condiciones para volver a ser ministro de Defensa. No fue casual que el miércoles pasado Diputados consiguió aprobar una ley para crear un fondo especial para reforzar el equipamiento de las fuerzas armadas que le permitirá a Rossi llegar al Edificio Libertador más robustecido. El fondo aprobado establece que un porcentaje de los ingresos corrientes de cada presupuesto vayan para la defensa. Así habrá un 0.35% en 2020, un 0.5% en 2021, un 0.65% en 2022 y un 0.8% en 2023.
Con la llegada de Máximo y la concesión a Cristina Kirchner, el futuro presidente de la Cámara de Diputados se aseguró también cierto “equilibrio de poder interno”. Es que Massa tendrá un rol decisivo en Diputados y un peso muy fuerte. Por ejemplo, definirá un representante parlamentario en el futuro Consejo Económico y Social pero también pondrá uno de sus referentes en el Consejo de lucha contra el Hambre y en el Consejo de Seguridad, además de Diego Gorgal, su especialista en temas de seguridad que irá al ministerio que deja Patricia Bullrich. Massa estuvo el martes pasado en las oficinas de Puerto Madero con Fernández y delinearon el paquete de siete leyes que impulsarán en los primeros 15 días de gobierno. Allí se cuentan la ley del Plan Argentina contra el hambre; la creación del Consejo de Seguridad; la creación de un Consejo Económico Social con representación de movimientos sociales, sindicales y empresarios; una ley de emergencia económica; la ley de reforma al presupuesto y renegociación de la deuda externa, una ley de promoción de hidrocarburos y la reforma a la ley de ministerios. Todo esto también forma parte de algunos reclamos consensuados con Cristina Kirchner.
3-El regreso de Zannini y Ginés. Cuando todos veían desterrada la idea de un regreso al poder de los aliados históricos de Cristina Kirchner al poder, surgió la decisión de que el ex secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, sea designado procurador del Tesoro, el órgano que dirige el cuerpo de abogados del Estado y sus vínculos con la Justicia. Al albertismo puro no le agrada del todo esta idea. Pero repiten el eslogan del momento: “Hay que equilibrar fuerzas y armar unidad desde la pluralidad”. El otro eslabón de un viejo reclamo de Cristina Kirchner se llama Ginés González García, quien volverá como ministro de Salud a pesar de que en las oficinas de Puerto Madero habían pensado para ese lugar en Pablo Yeldin, referente del gobernador de Tucumán Juan Manzur. Esa designación que quedó trunca también operaba para Alberto Fernández en relación a su vínculo con la liga de gobernadores. Pero el “equilibrio de poderes” con la vicepresidenta electa parece ser más fuerte.
4-Embajadas clave. En el organigrama de la política exterior ya hay casilleros que empezaron a ocuparse. A la vicepresidenta electa le interesa en particular la relación con China y Estados Unidos. Los nombres que hay en danza forman parte de este juego de concesiones mutuas entre Fernández y la ex Presidenta. Para Estados Unidos se destinaría a un hombre de extrema confianza del presidente electo como es Jorge Argüello y para Beijing aparece el nombre de un joven dirigente del kirchnerismo como es Sabino Vaca Narvaja. Ya hay pistas concretas de esta definición: hace unos días Vaca Narvaja escribió en el portal El Cohete a la Luna: “A partir del próximo 10 de diciembre la Argentina comenzará a transitar una nueva etapa, en la que será fundamental potenciar las relaciones con la República Popular China”. Y para que no queden dudas de sus deseos por ir como embajador a Beijing añadió: «Nuestro país debe retomar el diálogo para la firma del postergado memorándum de adhesión a la emblemática Nueva Ruta de la Seda. Hay que aprovechar la nueva estrategia global china y así dinamizar el comercio regional a través de la infraestructura que China ofrece”.
5-El traspaso de poder. Hasta la semana pasada se habían acordado tentativamente entre Alberto Fernández y Mauricio Macri los lineamientos centrales del traspaso de mando que incluían la entrega del bastón y la banda presidencial en la Casa Rosada como tradicionalmente se hizo en la Argentina. Pero todo cambió después de aquella reunión en el departamento de Recoleta de Cristina Kirchner.
El presidente electo optó por hacer todo el traspaso en el Congreso y obligó a Macri a este movimiento que no tenía previsto. “Cristina no tuvo nada que ver en esa decisión. Fue un tema exclusivo de Alberto que quería homenajear a Néstor”, dijo un colaborador del presidente electo. La explicación radica en que al entregar en 2007 el poder a Cristina Kirchner, Néstor Kirchner rompió el protocolo de la Casa Rosada y realizó todo el traspaso en el Congreso. La decisión de Fernández responde a su idea de emular desde lo gestual hasta la política a la administración de Néstor. La secuencia se completará con el auto descapotable de la Presidencia que llevará a Fernández y a Cristina Kirchner del Congreso a la Casa Rosada como una muestra fiel de ese “equilibrio de poderes” o “unidad en la pluralidad” que se propone cumplir el nuevo gobierno.