Un 70% de la basura que se genera en el departamento de Junín es plástico. Con 80 puntos de recolección, la comuna recupera casi 50 toneladas, las procesa y produce ladrillos, tejas, postes para viña, mangueras para riego por goteo y con proceso 3D también tapas para enchufes y llaves de luz. Además, con residuos de poda, fabrica briquetas para estufas.
Daniel Azcurra, responsable del programa y también en parte creador de él, cuenta que son solo 7 personas, todos empleados municipales, los que llevan adelante este trabajo.
Recuerda que todo se inició en 2012, con el objetivo de darle tratamiento y uso a los residuos plásticos que se generaban en Junín. Primero se ubicaron dos puntos de recolección en los barrios San Nicolás y San Gabriel. Con esta recolección, se analizaron qué tipo de basura se generaba, qué cantidad y otros indicadores.
Así se detectó que el 70% era plástico. Y justamente este residuo es el que mayor contaminación produce, debido a que no se degrada fácilmente y que ocupa un gran volumen. Pero también se analizó que este residuo es una de las materias primas ideales para reciclar y transformar.
Así fue que se colocaron más puntos de recolección, en escuelas, clubes, uniones vecinales, polideportivos y todo sitio que fuera punto de encuentro de los vecinos.
Hoy hay 80 puntos de recolección, que Junín denomina “Puntos limpios” y que ahora no solo recolecta botellas, sino todo material plástico, desde bolsas de supermercado, envases y elementos de todo tipo. “Actualmente todo eso lo podemos trabajar en la planta”, dice Azcurra.
Al comienzo se comenzó a fabricar juegos de plaza, en Paraná. Así sucedió hasta fines de 2014, pero ya la inquietud en el municipio y en Azcurra estaba instalada. Querían recolectar, separar y elaborar con material reciclado en el departamento “para que el círculo se cierre en Junín”, recuerda Azcurra.
Iba a ser un proceso de más de un año hasta lograr lo que querían.
“Empezamos con los ladrillos. Hicimos cursos en el CONICET, logramos transferencia de tecnología y, tras un año de prueba y error logramos un ladrillo que ahora está certificado por el Instituto Nacional de la Vivienda y con el que, en 2017, se construyó una primera vivienda en Medrano para una familia de pocos recursos”, dice el responsable del proyecto.
A partir de allí hubo un crecimiento exponencial del plan. “Comenzamos a recolectar más residuos plásticos y estamos llegando a las más de 50 toneladas por año”.
Hoy se cuentan con tres galpones totalmente equipados y se está por sumar un cuarto.
Y ya no se hacen solo ladrillos, aunque siguen siendo la gran estrella de este plan. Ahora también se fabrican tejas hechas 100% con plástico reciclado, postes para viña, mangueras para riego por goteo y apliques de llaves eléctricas.
Con respeto a los postes de viña, actualmente se hacen 50 diarios, pero ya se ha sumado tecnología para poder producir 500 por día.
En febrero se entregó en Junín una casa construida con todos estos materiales. Pero, además, se fabricó una estufa de doble combustión alimentada con briquetas, producidas con residuos de poda. “Es la vivienda más ecológicas y sustentables de Sudamérica”, dice Azcurra.