El fiscal Rivero terminó adjudicándoles un delito más leve que los apremios ilegales y vejaciones. Pidió penas excarcelables, y la absolución para el agente Romero por no participar del castigo a un detenido.
“No vamos a saber nunca quién pegó 2 o 10 patadas o quien pegó 5 o 10 puñetazos, lo concreto es que cinco de los policías que llegaron aquí acusados fueron coautores de la salvaje y cobarde agresión contra Hernán Villalobos”, con esta frase el fiscal de la Cámara Primera del Crimen, Julio Rivero, abrió su alegato ayer a la mañana y dejó en claro dos cosas:
Que el ciudadano de 40 años que en agosto de 2012 fuera detenido en el pub “La Rosa” de La Carlota, en completo estado de ebriedad, fue brutalmente golpeado por la Policía sin que nada justificara semejante uso de la violencia.
Que cinco de los seis policías que llegaron acusados a los Tribunales de Río Cuarto son co-responsables por lo que cada uno de ellos hizo para que Villalobos terminara con un diente roto, un ojo en compota, y su cuerpo maltrecho a moretones.
Rivero dejó fuera de la vergonzosa detención que tuvo lugar a la salida del pub y en la comisaría de La Carlota a uno de los imputados, el agente Ricardo Daniel Romero que, a su criterio, nada tuvo que ver con la agresión. Por eso solicitó que se lo absuelva y su foja profesional quedará sin mancha si las juezas Emma, Sucaría y Manavella comparten su postura.
El resto no corrió la misma suerte.
En su alegato, el fiscal recreó la tensa detención de Villalobos, la madrugada del 11 de agosto de 2012. Dijo que la propia víctima contó que fue golpeada por el conductor y el acompañante del patrullero en el que lo llevaban esposado (“Quien manejaba era Farías y el que iba con él, Hipelmayer”, repasó Rivero).
Cuando llegaron a la comisaría, Villalobos intentó escapar, pero no logró su cometido. Una testigo, la menor Tamara -que también había sido demorada por estar bebiendo en el interior del local nocturno-, contó que vio cómo el muchacho era golpeado en medio de una “rondita” de cinco policías (“Esos policías no eran otros que Farías, Hipelmayer, Pavan, Sosa y Barrera”, afirmó el fiscal).
“No hubo apremios
ni vejaciones”
En la sala del Palacio de Justicia había numerosos compañeros de la fuerza y familiares de los acusados, todos vivieron cierto alivio cuando oyeron que Rivero bajaba la imputación contra los policías. A diferencia de la fiscal de La Carlota, Ana Venturuzzi, para Rivero los uniformados no cometieron ni apremios ilegales (“Una figura que se aplica cuando se castiga o tortura a alguien con el fin de que confiese algo”, comentó), ni vejaciones (“Porque en esta figura pesa más el castigo psíquico que se le produce a una persona que el castigo físico”, precisó). Rivero se inclinó por acusarlos del delito de severidades, que alude al “trato riguroso que se aplica sobre el cuerpo del detenido”, explicó.
En todos los casos, solicitó al tribunal que aplique penas de cumplimiento condicional porque infirió que los policías no reincidirán en su conducta delictiva y un tratamiento carcelario no sería conveniente.
Por eso, pidió 2 años y 6 meses para David Barrera -a quien además de las severidades le atribuyó el delito de lesiones leves calificadas por el vínculo, por otro episodio violento esta vez contra su ex pareja-, 2 años y 4 meses para Víctor Farías; y 2 años para Hipelmayer, Pavan y Sosa.
Si bien el pedido del fiscal les permitiría evitar la prisión, todos ellos podrían verse afectados en la faz profesional si el tribunal concuerda en inhabilitarlos de sus funciones por el doble del tiempo de las penas mencionadas por Rivero.
El resto de los alegatos fue más breve, el asesor Santiago Camogli -que en esta ocasión representaba a Romero- no tuvo necesidad de explayarse porque el fiscal no acusó a su defendido, por lo tanto se adhirió al pedido de absolución.
Por su parte, el abogado de los otros policías, Víctor Solterman, negó que hubiera habido golpiza alguna, dijo que las heridas que presentaba Hernán Villalobos habían sido autoinfligidas por los golpes que él se dio dentro del patrullero y en una caída cuando intentó huir, por lo tanto consideró que corresponde absolver a todos los uniformados.
En alusión al caso de violencia familiar contra el oficial Barrera, un episodio que habría tenido lugar en una plaza de La Carlota y a la vista de sus tres pequeños hijos, Solterman sostuvo que debía encuadrarse como lesiones culposas, porque los hematomas que presentaba la ex mujer fueron ocasionados por forcejeos mutuos.
Gentileza Puntal