Ricardo San Esteban recordó en Sin Comentarios su experiencia durante el Golpe de 1976 a la vez que nos ayudo a pensarlo. Aquí algunas reflexiones.
Antes del golpe yo integré una comisión multisectorial nacional que entrevistaba a los dirigentes políticos para impedir el golpe y que en todo caso si Isabel Perón era incapaz de Gobernar se le hiciera un juicio político, pero que no se interrumpiera el proceso constitucional. Entre los entrevistados lo fuimos a ver a Balbin quien nos dijo “muchachos la suerte ya está echada, no se puede volver atrás” de manera que había sectores de la sociedad civil que estaban convencidos de que había que dar ese golpe.
Este golpe del 76, no es un golpe que se dio solamente en la Argentina, sino que fue una seguidilla que ocurrió en Chile, tumbándolo a Allende, en Bolivia a Torres, en Perú a Alvarado, también en Brasil y Uruguay. En general fue una estrategia de los poderes mundiales concentrados, la cabeza de todo eso fue Kissinger porque la idea de todo esto era impedir que los países de Latinoamérica se desarrollaran e imponer el neoliberalismo que se ensayó primero en Chile y luego en Argentina con las consecuencias que ya sabemos, donde en el 2001 casi desaparecemos como país.
El problema es que muchas partes de la sociedad civil se implicaron en el golpe. Nosotros tenemos una tradición de autoritarismo, aquel autoritarismo donde se imponía un tipo de idea muy estrecha, porque los militares tienen una concepción de que el país es un cuartel, cosa muy equivocada, mucho menos en la Argentina que es un país muy complejo desde el punto de vista de su estructura social es muy parecido a Francia. Entonces hay distintos intereses y pensamientos donde no se puede establecer una dictadura donde prevalezca una sola idea y lo demás sea condenado a desaparecer.
La dictadura del 76 fue muy sangrienta, una amiga me dijo hay que terminar con esto de la Memoria y yo le decía, sí, pero el problema es que hay una herida que no cierra porque las madres que perdieron un hijo o una abuela que perdió un nieto o todas las familias destruidas, heridas que no cierran fácilmente. La memoria tampoco tiene que ser revanchista, pero si pedir justicia para que no se vuelva a repetir. Debe existir una democracia y los resortes necesarios para que si hay un terrorista juzgarlo y sin interrumpir el orden institucional.
Yo estaba fuera del país y se reían de nosotros porque éramos una república bananera, aquí adentro no se percibía bien lo que ocurría afuera con respecto a la opinión pública. Nosotros tenemos que ponernos los pantalones largos y no esperar a que venga un Papa a decirnos lo que tenemos que hacer sino que cada uno de nuestros padres asuman su responsabilidad, al igual que todos sus habitantes, de que somos miembros de este país y que su destino nos compete a todos, tenemos que hacerlo en democracia y respetándolo mutuamente aunque disintamos políticamente e ideológicamente.
Por otra parte, la autoridad militar puede se valiosa en el cuartel, pero no están formados para dirigir un país y mucho menos cuando detrás de ellos estaban los Martínez de Hoz que son realmente los cerebros.
Con respecto a la lucha armada que yo no estoy de acuerdo, pero la guerrilla en la Argentina había sido derrotada en los años 60 y la guerrilla que surgió luego de la llegada de Perón fue, a mi modo de ver, sobre todo en los cabecillas una cosa funcional para reprimir y establecer el neoliberalismo en Argentina.
Nosotros en el 2001 teníamos un país devastado porque hubo políticas de represión y no hubo políticas de crecimiento, entonces los argentinos tenemos que hacernos cargo, como ciudadanos, de los caminos que tenemos que recorrer sin necesidad de que venga un dictador que venga a ensangrentar el país.