María Benita Arias, nació en la Carlota el 3 de Abril de 1822, hija natural de Rafaela Arias. Fue bautizada el 30 de Mayo del mismo año, en la capilla dedicada a Nuestra Señora de las Mercedes. Después del nacimiento, la niña, fue confiada a los esposos Manuel Mena y Florencia Videla: él era pardo y ella india. Podríamos decir que la criatura sufrió un doble desamparo, quedando prácticamente huérfana, no obstante, halló en los morenos excelentes padres adoptivos. Durante su adolescencia con 18 años, dejó su Carlota nativa, al borde del desierto inmisericorde, para ser mejor educada se trasladó a Salto jurisdicción de Buenos Aires. En ella se manifestó tempranamente el deseo de servir a Dios. En 1840 ingresó en la Santa Casa de Retiros Espirituales de la Capital Federal, para servir a la orden Terciaria de Franciscanas, donde su humildad, devoción y espíritu caritativo encontraron ambiente adecuado para profesar. Su angelical dulzura había encontrado la razón de existir, durante treinta años permaneció allí llevando profunda vida religiosa.
Pero Sor Benita tenía sus miras puestas en otro ambicioso proyecto de servir a Dios sirviendo a su prójimo más humilde: convertir a la Casa de Retiros Espirituales en refugio y asilo de los niños abandonados dando impulso a una nueva congregación con votos reglamentarios. En 1870 viajó a Roma, se entrevistó con el Papa Pío IX y tras innumerables gestiones obtuvo la autorización para concretar su proyecto, pero mucho debió batallar hasta lograrlo. Su amor por los desposeídos, huérfanos y sufrientes pudo de esa manera dar frutos. En 1873 estuvo organizada la Casa Madre, con asilo y escuela, la Casa Matriz se levantó en la calle Paraguay, entre Callao y Rodríguez Peña y hoy tiene varios colegios, sostiene asilos atiende hospitales en el país y el extranjero. A los dos años fue elegida Superiora de esa comunidad cargo que ocupó hasta su muerte.
La Madre Benita falleció en Buenos Aires el 25 de Setiembre de 1894 a los setenta y dos años de edad. Su proceso de Beatificación está avanzando hacia la futura glorificación.