Al llegar estos dos días con tanto sentido para nosotros los invitamos a reflexionar de una manera diferente; quisieramos compartir un cuento breve de Mamerto Menapace. El propósito de este espacio hoy es utilizar el cuento para que nos ayude a reflexionar sobre el sentido de la muerte y también cómo prepararnos para ella.
Recuerden que este espacio es un espacio de expresión donde todos podemos manifestarnos. Dejamos la invitación para sus reflexiones.
Un atardecer para Mariela
por Mamerto Menapace, publicado en Madera Verde, Editorial Patria Grande.
Toda chica que tiene un corazón sano y lleno de ideales, desea un atardecer para ella. El atardecer de un sábado, a eso de la oración. Esa hora en que los trabajos se apagan en la tierra y las estrellas se encienden en el cielo.
Es la hora del gran encuentro. Vestida de blanco ingresa al templo del brazo del padre, acompañada por su madre. Los amigos dejan las preocupaciones personales de cada día para poder compartir el gran momento: aquél en que la joven dirá su sà al Amor.
El misterio de Mariela encerraba también su atardecer. Muchas veces escuché sus confidencias. Era una chica con una enorme capacidad de amar, y tenÃa un corazón sano y limpio. Por eso sus ideales eran grandes y se sentÃa tironeada por dentro ante la inminencia de una elección. CreÃa en la Vida. Por eso se preparaba para la vida. Aprovechaba todas las circunstancias a fin de que su decisión fuera lúcida y corajuda. CreÃa en los demás, y se unÃa a los otros jóvenes para reflexionar juntos. CreÃa en Dios y rezaba con humildad pidiendo luz y coraje. Se sentÃa débil y recurría al consejo de los mayores. En este proceso de crecimiento había logrado un lindo reencuentro con sus padres.
La última vez que charlé con ella fue en una reunión con sus compañeros de quinto año, que me habían invitado para conversar sobre la vida y el amor. Porque a esa edad se sienten muchas ganas de amar y de expresar lo que se siente. Al terminar, cuando me despedía de cada uno, nos cruzamos sólo un par de palabras, ya que había mucho de sobreentendido detrás. Luego de darle un beso, la miré a los ojos y le pregunté:
– ¿Cómo anda tu esfuerzo? (Me refería a su proyecto prioritario para este año, que era conseguir la mejor relación posible con sus viejos.)
Su respuesta también fue breve: – ¡Regio. LindÃsimo. Estoy chocha!
Muchas veces me había comentado que uno de sus anhelos era llevar sus papis a Dios. Lo pedía cada día con cariño y constancia. Se expresaba muy bien por escrito. Y como tantas chicas de su edad, tenÃa su diario. A veces sus confesiones eran en su mayor parte lectura de sus escritos. Lo buscaba a Dios y deseaba encontrarse con él.
Nunca pensé que su atardecer estaría tan cercano y tan lleno de estrellas, y que el templo para su encuentro sería tan grande. Regresaba de una jornada de reflexión con otros jóvenes de JunÃn. Y quiso llegarse hasta el Monasterio, al que tantas veces había venido con sus esperanzas y sus dudas. Diría casi estaba haciendo tiempo a fin de no llegar anticipadamente a su boda.
Y fue allí, a media distancia entre su ciudad Los Toldos y el Monasterio, sobre la ancha tierra que amaba y bajo el gran cielo que la atraÃa. Allà se le manifestó el rostro de Dios. De ese Dios que le abrió de par en par la puerta de los cielos para que entrara en compañÃa de sus papis.
Desde allí habrá contemplado emocionada cómo todo su pueblo acompañaba en silencio y con cariño su cuerpo vestido sencillamente de blanco, al lugar donde esperará la Resurrección.
Su recuerdo nos pertenece. Lo mismo que su intercesión.
Diario ClarÃn
Buenos Aires, lunes 21 de junio de 1982
En un accidente automovilÃstico registrado en la ruta provincial 65, a escasos 10 kilómetros de la localidad bonaerense de General Viamonte, tres personas: un matrimonio y su hija; resultaron muertas.
El hecho ocurrió al chocar un automóvil Ford Falcon, conducido por Saúl Oscar Maceda, de 39 años, con quien viajaba su esposa, María Juana Cabrera y sus hijos Pablo de 7, y Mariela, de 16, con una camioneta.
A raÃz del violento impacto fallecieron el acto el matrimonio Maceda y su hija Mariela, mientras que el otro hijo y el conductor del otro rodado resultado con heridas de cierta consideración.
hola ayer una amiga nos invito a visitar esta pagina.Los felicitamos por el espacio de reflexion,asi todos tienen la oportunidad de expresarse.gracias
hola carmela lei el cuento y me hizo bien, anoche sali con mi marido y vimos chicos disfrazados de brujas o diablos, el dia de la tradicion es el domingo que viene a ver si se visten de gauchos.gracias por el espacio
En este dia mi recuerdo para mis seres queridos que estan en carlota, y como reflexion me parece optimo mirar la muerte de esta manera, sin morbosidad,con otros ojos.Muy bueno
Gracias,por este cuento.Una manera diferente de mirar la muerte.Fm los felicito por darnos esta posibilidad