22 de mayo de 1810. Semana de Mayo.

Hechos relatados por el periodista del diario Viaje en el Tiempo que ocurrieron el 22 de mayo de 1810, durante la Semana de Mayo que desembocó en la Revolución de Mayo:

El día anterior el Cabildo de Buenos Aires había decidido convocar a un cabildo abierto para discutir los problemas que aquejaban al Virreinato del Río de la Plata, que se venían discutiendo desde el 18 de Mayo. O sea, qué hacer ahora que el gobierno de España había caído en manos de la Francia de Napoleón Bonaparte.

El cabildo abierto, al que se había invitado a 450 vecinos ilustres de la ciudad, que para la época contaba con 45 mil habitantes. Pero el nombre de vecino, lo podían ostentar unos 4000, y los de “distinción” no serían más de 3000.

El mentado cabildo abierto se llamó congreso general en la época, y sólo había existido uno igual, el del 14 de agosto de 1806 que destituyó al virrey Sobremonte.

La reunión comenzó por la mañana, y la gente comenzó a llegar a las nueve sin etiqueta, como decía la invitación enviada por el Cabildo. 251 fueron los presentes, 27 representantes de la Iglesia, 17 abogados, 59 comerciantes y 63 militares y marinos.

Los otros 200 invitados no se sabe ciertamente por qué no fueron, pero según el mismo virrey contó en cara al rey, muchos de los jóvenes revolucionarios se ubicaron en las bocacalles de lo que hoy es la Plaza de Mayo y no dejaban entrar a quienes no querían, o sea a los partidarios del virrey.

Los encargados de cuidar el acceso, eran los llamados chisperos de Domingo French y Antonio Beruti, unos 600 hombres armados entusiastas de la revolución.

El acto se abrió con la lectura de la opinión del Cabildo, que planteaba la posibilidad de un cambio moderado, para la cual deberían consultar con las provincias interiores del virreinato.

Luego siguieron muchas otras proposiciones, algunas a favor del virrey y otras en contra.

La posición más extrema del lado del virrey fue la del obispo Benito Lué y Riega, que decía que incluso el último vocal de las Juntas de España, debería ser recibido como soberano si llegaba a América, y si nadie quedaba, el virrey debería ser quien gobernase.

Del otro lado estaba Juan José Castelli, para quien los pueblos americanos debían asumir el gobierno mientras el rey Fernando VII estuviese cautivo de Francia. Era el pensamiento del grupo revolucionario.

El postulado central del discurso de Castelli era que al no existir ya un gobierno legal en España, los de América eran caducos, entonces el poder volvía al pueblo, quien lo había depositado en la figura del rey. Entonces era al pueblo a quien le correspondía elegir un nuevo gobierno.

A esto respondió el fiscal Manuel Genaro Villota, que señaló que Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones sobre la legitimidad del virrey o del Consejo de Regencia de España, ya que sólo era una parte del virreinato y había otros virreinatos en América. Si cada pueblo decidía por sí, la unidad del país (España), se vería rota. Con lo que indirectamente lo estaba acusando de querer independizarse.

Otro de los revolucionarios, Juan José Paso, le respondió a Villota diciendo que tenía razón en lo primero, pero que puesto que no se sabía si Francia querría seguir su conquista en las colonias americanas, era urgente tomar una decisión, y esperar a que todos los pueblos emitieran una opinión llevaría mucho tiempo. Por lo que Buenos Aires haría de hermana mayor al tomar la iniciativa, y luego se invitaría a las demás ciudades a tomar parte y opinar.

Luego de otros discursos, se procedió a votar. Algo largo y tedioso, ya que los votos eran públicos, firmados y leídos por el escribano. Tres posturas quedaron fijas, la españolistas, la revolucionaria y una intermedia moderada.

¿Qué iban a votar? Si debía o no adicionarse otra autoridad aparte del virrey, o sea relevarlo. La votación terminó a las 12 de la noche. Razón por la cual los realistas propusieron y lograron aplazar la regulación de los votos para el día siguiente. Así se convocó otro cabildo abierto para el 23 de Mayo a las tres de la tarde, cuando se escrutarían los votos. Así también comenzó la conspiración del Cabildo para robar votos, y plasmar la contra revolución que venían planeando desde el mismo 18 de Mayo

 

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