Miércoles Santo.

La primera parte de la Semana Santa cristiana llega a su fin con la celebración del Miércoles Santo.

El Miércoles Santo es el último día completo de la Cuaresma, previo al comienzo del Triduo Pascual el día siguiente. El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.

Miércoles Santo;

Poner nuestro corazón en los sentimientos de Jesús, para que estemos con él y no le traicionemos

Por: Padre Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net

Libro de Isaías 50,4-9

(Se lee Is 50, 4-7 en el Domingo de Ramos, y Is 50, 5-9 el Domingo 24 B): El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar? Todos ellos se gastarán como un vestido, se los comerá la polilla.


Salmo 69,8-10.21-22.31.33-34:

Por ti he soportado afrentas y la vergüenza cubrió mi rostro; / me convertí en un extraño para mis hermanos, fui un extranjero para los hijos de mi madre: / porque el celo de tu Casa me devora, y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. / La vergüenza me destroza el corazón, y no tengo remedio. Espero compasión y no la encuentro, en vano busco un consuelo: / pusieron veneno en mi comida, y cuando tuve sed me dieron vinagre. / Así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias; / que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: / porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos.


Evangelio según San Mateo 26,14-25 (queda incluido en el que se lee el Domingo de Ramos A):

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.

El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».

Papa Francisco pide recordar en Viernes Santo a las víctimas de abortos.

El Papa Francisco aconsejó que en el Viernes Santo recordemos a los “crucificados de hoy”, entre ellos, a los “corderos inmolados” como las víctimas inocentes de las guerras, violencias cotidianas y de los abortos.

Así lo dijo el Santo Padre durante su catequesis semanal de este miércoles 31 de marzo en la que describió en qué consiste el Triduo Pascual.

Al referirse al Viernes Santo, día de penitencia, ayuno y oración, el Pontífice pidió que al adorar la Cruz no se olviden a los muchos “crucificados de hoy” que son “imágenes del crucificado, Jesús” porque “en ellos está Jesús”.

“Adorando la Cruz, reviviremos el camino del Cordero inocente inmolado por nuestra salvación. Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los ‘corderos inmolados’ víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos… Delante de la imagen de Dios crucificado llevaremos, en la oración, los muchos, demasiados crucificados de hoy, que solo desde Él pueden recibir el consuelo y el sentido de su sufrimiento”, afirmó el Papa.

Además, el Santo Padre reconoció que “desde que Jesús tomó sobre sí las llagas de la humanidad y la misma muerte, el amor de Dios ha regado nuestros desiertos, ha iluminado nuestras tinieblas, porque el mundo está en tinieblas”.

En esta línea, el Papa invitó a pensar en “todas las guerras que están ocurriendo, todos los niños que mueren de hambre, los niños que no tienen educación, los pueblos enteros destruidos por las guerras, por el terrorismo, muchas personas que para sentirse mejor necesitan la droga, de la industria de la droga que asesina” y añadió “es una calamidad, es un desierto, pero en este calvario de muerte está Jesús que sufre en sus discípulos”.

Luego, el Santo Padre subrayó que después de la muerte de Jesús “los discípulos dudaban, no creían” en la Resurrección y que María Magdalena fue la primera en creer “fue la ‘apóstala de la Resurrección’, fue la que relató que Jesús la había visto, la había llamado por nombre”.

En este sentido, el Papa se detuvo en “los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no permitir que los discípulos vinieran y tomaran el cuerpo lo vieron: lo vieron vivo y resucitado” y agregó “los enemigos lo vieron, y después, fingieron no haberlo visto. ¿Por qué? porque fueron pagados”.

“Aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: ‘Hay dos señores en el mundo, dos, no más, dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra Dios’. Fue el dinero el que hizo cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callarse. Pensemos a las muchas veces que, hombres y mujeres, cristianos, han sido pagados para no reconocer en la práctica la resurrección de Cristo, y no han hecho lo que Cristo nos pidió hacer como cristianos”, añadió.

Por último, el Santo Padre invitó a pedir “al Señor que nos dé la gracia de servir, de reconocer este Señor y no dejarnos pagar para olvidarlo”.

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