El ocio es cosa seria

Su agenda debe tener un espacio para el placer y lo creativo, sin obligaciones ni rutinas.

 Quizá usted se levante todos los días a la misma hora, o siempre abra los mails al llegar a la oficina, o salga a caminar temprano o tarde, o lea antes de dormir. Todos tenemos alguna rutina establecida, una serie de actividades que hacemos diaria o periódicamente de un modo casi automático, estipuladas en una agenda casi invisible.

A veces esa agenda se recarga, las tareas y obligaciones se multiplican, y lo común es vivir a las corridas para cumplir con todo y todos. El tiempo libre se transforma en una misión imposible.

Darse un espacio para el ocio es una necesidad del organismo. Significa la posibilidad de encontrarse con el placer, que deviene en bienestar. Es la otra cara de las obligaciones, el tiempo para hacer lo que nos gusta, la no rutina, lo creativo.

El ocio debe tener un sentido, ya que de lo contrario corremos el riesgo de que se vuelva aburrido o se transforme en una obligación. Si no le damos forma concreta a aquello que queremos hacer en nuestro tiempo libre, lo más probable es que ocupemos ese espacio con tareas pendientes o que lo transformemos en una actividad más.

Distinguir entre actividades de ocio y obligaciones depende de cada uno. Estudiar, cocinar o tocar un instrumento puede ser ocio para algunos y trabajo para otros. Entonces, ¿cuál es la actividad ideal para el tiempo libre? Aquella que le otorgue sensación de bienestar y plenitud, le permita relajarse y desconectarse de obligaciones y asuntos pendientes, le devuelva la conciencia de su cuerpo, de sus habilidades o le permita desarrollar otras nuevas. La que le sirva para expresarse creativamente, aumente su imaginación y su energía.

El desafío: cruzar las barreras

Muchas personas no saben qué hacer para disfrutar realmente del ocio. En ese caso, hay que dedicar un tiempo a averiguarlo, enfocarse en qué es lo primordial, lo que permite a cada uno gozar de su vida.

Otras personas encuentran dificultad en organizar su tiempo libre, y así­ no pueden aprovecharlo. Sin embargo, las barreras que los detienen pueden levantarse:

* El cansancio (“estoy muerto, nos quedamos en casa”), la pereza (“me da fiaca”), la comodidad (“mejor miramos una película en la tele”). Solución: si sabe que a último momento, antes de una salida que puede ser gratificante, tenderá a quedarse en su casa con cualquier excusa, planifique y comprométase con alguien. Al comienzo tendrá que imponerse ese tiempo libre como si se tratara de una reunión impostergable; con la práctica se transformará en algo que priorice naturalmente.

* Los horarios (“no tengo un minuto libre”) y las obligaciones (“esta semana estoy tapado de trabajo, vemos para la próxima”). Solución: busque modos de aprovechar mejor su tiempo. No es cierto que necesite un dí­a con más horas (y además eso no existe).

* El miedo a probar algo distinto, a salir del equilibrio actual entre usted y su rutina (aunque lo agobie, es la forma conocida que tiene su vida hasta ahora). Solución: animarse; si no puede solo, busque compañía. ¿Quiere probar una clase de teatro? Vaya con algún amigo. Venza al miedo con acción; lo peor es no intentar nunca.

*El dinero (“no tengo un peso”). Solución: ¿quién le dijo que hace falta plata para disfrutar del tiempo libre? Las posibilidades no se agotan en las propuestas comerciales. Caminatas, espectáculos y eventos gratuitos, visitas a museos, recorridos históricos, clases y cursos en centros culturales…; hay para elegir, sólo es preciso buscar.

¡Éxitos!

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